Página 151 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Peligros de la juventud
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por su cuenta, abandonarán sus malos hábitos y llegarán por fin a
ser hombres y mujeres útiles. ¡Qué error! Durante años permiten
que el enemigo siembre en el jardín del corazón; permiten que se
desarrollen en él malos principios, y en muchos casos todo el trabajo
que se haga para cultivar ese terreno no servirá para nada.
Satanás trabaja con astucia y perseverancia y es un enemigo mor-
tífero. Cuandoquiera que se pronuncie una palabra descuidada para
perjuicio de la juventud, sea en adulación o para hacerle considerar
un pecado con menos aborrecimiento, Satanás se aprovecha de ello
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y alimenta la mala semilla, a fin de que pueda arraigar y producir
abundante cosecha. Algunos padres han dejado a sus hijos adquirir
malas costumbres, cuyos rastros podrán verse a través de toda la
vida. Los padres son responsables de este pecado. Esos hijos pueden
profesar ser cristianos, pero sin una obra especial de la gracia en el
corazón y una reforma cabal en la vida, sus malas costumbres pasa-
das se advertirán en toda su experiencia y manifestarán precisamente
el carácter que sus padres les permitieron adquirir.
Con el mundo en sus placeres
La norma de la piedad es tan baja entre los que profesan ser
cristianos, en general, que los que desean seguir a Cristo con sinceri-
dad, hallan esto más difícil y trabajoso de lo que de otro modo sería.
La influencia de los que profesan ser cristianos pero manifiestan
un espíritu mundanal, perjudica a los jóvenes. Los más de los que
profesan ser cristianos han suprimido la línea de demarcación entre
los cristianos y el mundo; y aunque profesan vivir por Cristo, están
viviendo para el mundo. Su fe ejerce poca influencia refrenadora
sobre sus placeres; mientras que profesan ser hijos de la luz andan
en obscuridad y son hijos de la noche y de las tinieblas.
Los que andan en tinieblas no pueden amar a Dios ni desear
sinceramente glorificarle. No son iluminados para discernir la exce-
lencia de las cosas celestiales, y por lo tanto no pueden amarla de
veras. Profesan ser cristianos porque ello es considerado honorable,
y no tienen que llevar cruz alguna. Sus motivos son a menudo egoís-
tas. Las tales personas, que profesan ser cristianas, pueden entrar en
un salón de baile y participar de todas las diversiones que éste pro-
porciona. Otras no pueden ir tan lejos, pero asisten a fiestas, salidas