La vida matrimonial es cada vez mejor
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les señala
si aceptan la ayuda de Cristo. Lo que la humana sabiduría no puede
lograr, la gracia de Dios lo hará en quienes se entregan a él con amor
y confianza. Su providencia puede unir los corazones con lazos de
origen celestial. El amor no será tan sólo un intercambio de palabras
dulces y aduladoras. El telar del cielo teje con urdimbre y trama
más finas, pero más firmes, que las de los telares de esta tierra. Su
producto no es una tela endeble, sino un tejido capaz de resistir
cualquier prueba, por dura que sea. El corazón quedará unido al
corazón con los áureos lazos de un amor perdurable”
Amar como Cristo amó significa manifestar altruismo en toda
ocasión y en todo lugar, mediante palabras amables y miradas pla-
centeras. A los que las otorgan no les cuestan nada, en cambio dejan
detrás una fragancia que envuelve el alma. Su efecto nunca puede
ser debidamente estimado. No son solamente una bendición para
quien las recibe, sino también para el dador, porque reaccionan sobre
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él mismo. El amor genuino es un precioso atributo de origen divino,
que aumenta en fragancia en la medida en que se lo dispensa a otros.
El amor de Cristo es profundo y ferviente, y fluye como un to-
rrente incontenible a todos aquellos que lo aceptan. No hay egoísmo
en su amor. En este amor nacido del cielo hay un principio que
permanece en el corazón y que se dará a conocer, no solamente
a aquellos a los cuales consideramos más queridos en la relación
sagrada, sino a todos aquellos con los cuales entramos en contacto.
Nos impulsará a expresarlo en pequeños actos de cortesía, a hacer
concesiones, a realizar actos amables, a hablar palabras tiernas, ve-
races y animadoras. Nos impulsará a simpatizar con aquellos cuyos
corazones sienten hambre de simpatía
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