Página 116 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
partido de su ventaja. Al invitar ellos a sus tentaciones, no tienen
sabiduría para discernirlas ni fuerza para resistirlas. Con poder fas-
cinante y hechizador, la incredulidad y la infidelidad se aferran a la
mente.
Estamos constantemente rodeados por la incredulidad. La mis-
ma atmósfera parece cargada de ella. Únicamente por el esfuerzo
constante podemos resistir su poder. Los que aprecian su salvación
deben rehuir los escritos de los incrédulos como huirían de la lepra.
Ocupación previa del suelo
La mejor manera de impedir el crecimiento del mal es ocupar
previamente el suelo. En vez de recomendar a vuestros hijos que
lean
Robinsón Crusoe,
o historias fascinantes de la vida real, como
[129]
La cabaña del tío Tom,
abridles las Escrituras, y dedicad tiempo cada
día a leer y estudiar la Palabra de Dios. Los gustos mentales deben
ser disciplinados y educados con el mayor cuidado. Los padres deben
empezar temprano a abrir las Escrituras a las mentes en desarrollo
de sus hijos, a fin de que puedan adquirir los debidos hábitos.
No deben escatimarse esfuerzos para establecer correctos há-
bitos de estudio. Si la mente vaga, hacedla volver. Si los gustos
intelectuales y morales han sido pervertidos por historias ficticias y
exageradas, de manera que no haya inclinación a aplicar la mente,
hay que pelear una batalla para vencer este hábito. El amor por las
lecturas ficticias debe vencerse en seguida. Deben tenerse reglas
rígidas para mantener la mente en el debido sendero.
Entre un campo inculto y una mente no educada hay una sor-
prendente similitud. El enemigo siembra cizaña en las mentes de los
niños y los jóvenes, y a menos que los padres ejerzan solícito cui-
dado, la cizaña brotará para llevar frutos malos. Se necesita trabajo
incesante para cultivar la mente y sembrar en ella la preciosa semilla
de la verdad bíblica. Se debe enseñar a los niños a rechazar las histo-
rias triviales y excitantes, y a buscar lecturas sensatas, que inducirán
a la mente a interesarse en los relatos bíblicos, en la historia y sus
argumentos. La lectura que arroje luz sobre el Sagrado volumen y
vivifique el deseo de estudiarlo, no es peligrosa sino beneficiosa.