Página 263 - Consejos para los Maestros (1971)

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Como luces en el mundo
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Representantes de Cristo
Dios espera de los que llevan el nombre de Cristo, que lo re-
presenten. Sus pensamientos han de ser puros, sus palabras nobles
y elevadoras. La religión de Cristo se ha de entretejer con todo lo
que hagan y digan. Han de ser un pueblo santificado, purificado,
santo, que comunique la luz a todos aquellos con quienes lleguen
a tratar. Es propósito de Dios, que ejemplificando la verdad en sus
vidas, sean una alabanza en la tierra. La gracia de Cristo basta para
producir esto. Pero recuerde el pueblo de Dios, que únicamente en
la medida en que crea y ponga por obra los principios del Evangelio,
podrá cumplir su propósito. Únicamente en la medida en que entre-
gue al servicio de Dios las capacidades que él le ha dado, gozará de
la plenitud y del poder de la promesa en la cual la iglesia ha sido
invitada a confiar.
Antes que Cristo entrase en su conflicto final con las potestades
de las tinieblas, levantó los ojos al cielo y oró por sus discípulos.
Dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Juan 17:15-17
.
Los seguidores de Cristo han de estar separados del mundo en
sus principios e intereses; pero no deben aislarse del mundo. El
Salvador trataba constantemente con los hombres, no para alentarlos
en cosa alguna que no estuviese de acuerdo con la voluntad de Dios,
sino para elevarlos y ennoblecerlos. “Me santifico...—declaró—para
que también ellos sean santificados”.
Juan 17:19
. Así también el
cristiano ha de morar entre los hombres, a fin de que el sabor del
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amor divino pueda ser como la sal para preservar el mundo de la
corrupción.
Fuerza en la oración
Asediado diariamente por la tentación, constantemente frente
a la oposición de los dirigentes del pueblo, Cristo sabía que debía
fortalecer su humanidad por la oración. A fin de ser una bendición
para los hombres, debía estar en comunión con Dios, rogando por
energía, perseverancia y firmeza. Así demostró a sus discípulos
dónde se hallaba su fuerza. Sin esta comunión diaria con Dios,