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Capítulo 23—Abnegación, generosidad y previsión
Lecciones necesarias para cada hogar
—En todo hogar, deben
enseñarse lecciones de abnegación. Padres y madres, enseñad a
vuestros hijos a economizar. Animadles a ahorrar sus centavos para
la obra misionera. Jesús es nuestro ejemplo. Por amor de nosotros se
hizo pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos. Enseñó
que todos deben unirse en amor para trabajar como él trabajó, para
sacrificarse como él se sacrificó, para amar como hijos de Dios.—
Joyas de los Testimonios 3:349
.
Aprended la lección de abnegación y enseñadla a vuestros hijos.
Se necesita ahora todo lo que se pueda ahorrar para la obra que ha
de hacerse. Hay que aliviar al que sufre, vestir al desnudo, alimentar
al hambriento; hay que hablar de la verdad para este tiempo a los
que no la conocen.—
Mensajes para los Jóvenes, 312
.
El hábito de sacrificarse
—Por precepto y ejemplo enseñad la
abnegación, la economía, la generosidad y la dependencia propia.
Todo aquel que posea un carácter firme estará capacitado para hacer
frente a las dificultades y pronto para seguir un “Así dice Jehová”.
Los hombres no están preparados para comprender su obligación
para con Dios hasta no haber aprendido en la escuela de Cristo a lle-
var su yugo de restricción y obediencia. El sacrificio es el comienzo
mismo de nuestra obra de hacer progresar la verdad y de establecer
instituciones. Es una parte esencial de la educación. El sacrificio
debe llegar a ser habitual en toda la formación de nuestro carácter en
esta vida si queremos tener un edificio no hecho con manos, eterno,
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en los cielos.—
Joyas de los Testimonios 2:472, 473
.
La caja de la abnegación
—Hay que educar a los niños para
que sean abnegados. Una vez, cuando hablaba en Nashville, el Se-
ñor me iluminó respecto de este asunto. Me impresionó con gran
fuerza con la idea de que en cada hogar debería haber una caja de
la abnegación y que habría que enseñar a los niños a colocar en esa
caja sus monedas que de otro modo gastarían en dulces y en otras
cosas innecesarias. . . .
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