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Capítulo 24—Economía y ahorro
Elimínense los hábitos de despilfarro
—Enseñad a vuestros
hijos que Dios tiene derecho sobre todo lo que poseen, y que ninguna
cosa podría suprimir ese derecho; todo lo que poseen lo han recibido
como un legado, para probarlos si serán obedientes. El dinero es un
bien necesario; que no se prodigue a quienes no lo necesitan. Hay
otros que necesitan vuestros dones voluntarios. . . . Si tenéis hábitos
de despilfarro, suprimidlos de vuestra vida tan pronto como sea
posible. A menos que hagáis esto, os arruinaréis para la eternidad.
Y los hábitos de economía, trabajo, y sobriedad son, aun en este
mundo, una mejor porción para vosotros y vuestros hijos que una
rica dote.—
Manuscrito 139, 1898
.
Instruid a vuestros hijos en la economía
—El Señor me ha
iluminado con la idea de que debemos ser cuidadosos en no gastar
imprudentemente nuestro precioso tiempo y dinero. Hay muchas
cosas que satisfarán nuestros caprichos, pero debemos precavernos
contra el gasto de dinero en aquello que no es pan. Necesitaremos
muchos medios para adelantar decididamente la obra en nuestras
ciudades. Cada uno tendrá una parte que desempeñar en la obra
del Señor. Los padres deben instruir a sus hijos en lecciones de
economía, a fin de que los jóvenes miembros de la grey aprendan
a compartir la responsabilidad de sostener la causa de Dios en este
tiempo.—
Carta 4, 1911
.
El amor no se manifiesta por el despilfarro
—Practicad la eco-
nomía en vuestro hogar. Muchas personas fomentan y adoran los
ídolos. Desechad vuestros ídolos. Abandonad vuestro placer egoísta.
Os ruego que no empleéis dinero en embellecer vuestros hogares,
porque es el dinero de Dios, y se os pedirá cuenta de él. Padres,
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por amor de Cristo, no utilicéis el dinero del Señor para agradar los
caprichos de vuestros hijos. No les enseñéis a ir en pos de la moda y
la ostentación a fin de ganar influencia en el mundo. . . .
No eduquéis a vuestros hijos para que piensen que vuestro amor
por ellos debe manifestarse halagando su orgullo, su despilfarro,
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