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Capítulo 38—Estudiad la edad, el carácter y el
temperamento
No apresuréis a los niños para que salgan de la niñez
—Los
padres nunca debieran apresurar a los niños para que salgan de su
niñez. Las lecciones que se les den deben ser de tal carácter que
inspiren su corazón con nobles propósitos; pero que sean niños
y crezcan con esa sencilla confianza, candor y veracidad que los
prepararán para entrar en el reino.—
Good Health, marzo de 1880
.
Hay una belleza apropiada para cada período
—Los padres y
los maestros debieran proponerse cultivar de tal modo las tendencias
de los jóvenes, que, en cada etapa de la vida, éstos representen la
debida belleza de ese período, que se desarrollen naturalmente, como
lo hacen las plantas del jardín.—
La Educación, 103
.
Una de las parábolas más hermosas e impresionantes de Cristo
es la del sembrador y la semilla. . . . Las verdades que esta parábola
enseña fueron hechas una realidad viviente en la vida misma de
Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual, siguió
el orden divino del crecimiento, ilustrado por la planta, como él
desea que hagan todos los jóvenes. Aunque él era la Majestad del
cielo, el Rey de gloria, vino como niño a Belén, y durante un tiempo
representó al impotente infante bajo el cuidado de su madre.
En su infancia, Jesús hizo las obras de un niño obediente. Ha-
blaba y actuaba con la sabiduría de un niño, y no de un hombre,
honrando a sus padres, y ejecutando sus deseos en forma servicial,
según la capacidad de un niño. Pero en cada etapa de su desarrollo
fue perfecto, con la gracia sencilla y natural de una vida sin pecado.
El relato sagrado dice de su infancia lo siguiente: “Y el niño crecía, y
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fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre
él”. Y acerca de su juventud tenemos registrado: “Y Jesús crecía
en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres”.
Lucas 2:40, 52
.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos,
108, 109
.
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