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Capítulo 44—La administración de la disciplina
correctiva
Pedid que el Señor venga y dirija
—Demandad obediencia en
vuestra familia, pero al hacer esto, buscad al Señor con vuestros
hijos y pedidle que venga y dirija. Vuestros hijos quizá hayan hecho
algo que demande castigo, pero si los tratáis con el espíritu de
Cristo, los brazos de ellos ceñirán vuestro cuello, se humillarán
delante del Señor y reconocerán su error. Eso es suficiente. Entonces
no necesitan castigo. Agradezcamos al Señor porque ha abierto el
camino por el cual podemos llegar hasta cada alma.—
Manuscrito
21, 1909
.
Si vuestros hijos son desobedientes, debieran ser corregidos. . . .
Antes de corregirlos, pedid a solas al Señor que ablande y subyugue
el corazón de vuestros hijos y que os dé sabiduría para tratarlos. Ni
en un solo caso he sabido nunca que haya fracasado este método.
No podéis hacer que un hijo comprenda cosas espirituales cuando el
corazón está conmovido por la pasión.—
Manuscrito 27, 1911
.
Instruid pacientemente a los niños
—Desde su misma infancia,
el Señor quiere que el corazón de los niños le sea dado para su
servicio. Mientras son demasiado jóvenes para razonar, llamadles
la atención de la mejor manera que podáis; cuando sean mayores,
enseñadles por precepto y ejemplo que no podéis tolerar sus deseos
erróneos.
Instruidlos pacientemente. A veces tendrán que ser castigados,
pero nunca lo hagáis en una forma que sientan que los habéis casti-
gado con ira. Al hacerlo, sólo provocaréis un mal mayor. Podrían
evitarse muchas diferencias lamentables en el círculo familiar si
los padres obedecieran el consejo del Señor en la educación de sus
niños.—
Manuscrito 23, 1909
.
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Los padres deben estar bajo la disciplina de Dios
—Madres,
no importa hasta dónde os irriten vuestros niños en su ignorancia, no
os impacientéis. Enseñadles paciente y amorosamente. Sed firmes
con ellos. No permitáis que los rija Satanás. Disciplinadlos sólo
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