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Capítulo 46—Los males de la complacencia
El amor no es indulgente
—El amor es la llave para el corazón
del niño, pero el amor que induce a los padres a ser complacientes
con los deseos equivocados de sus hijos no es un amor que obrará
para el bien de ellos. El afecto ferviente que emana del amor a Jesús
capacitará a los padres para ejercer juiciosamente su autoridad y para
requerir pronta obediencia. Necesitan entrelazarse los corazones de
padres e hijos, de modo que como familia puedan ser un canal por
el cual fluyan la sabiduría, la virtud, la tolerancia, la bondad y el
amor.—
The Review and Herald, 24 de junio de 1890
.
Demasiada libertad crea hijos pródigos
—La excesiva libertad
es la causa de que los hijos no lleguen a ser piadosos. Se complacen
su propia voluntad e inclinaciones. . . . Muchos hijos pródigos
llegan a ser tales debido a la complacencia en el hogar, debido a
que sus padres no han sido hacedores de la Palabra. La mente y la
voluntad han de mantenerse mediante principios firmes, directos y
santificados. La integridad y el afecto han de ser enseñados por un
ejemplo amante y consecuente.—
Carta 117, 1898
.
Mientras más tolerancia haya, más difícil es la conducción
Padres, haced el hogar más feliz para vuestros hijos. Con esto no
quiero decir que accedáis a sus caprichos. Mientras más se los
tolera, más difícil será conducirlos y más difícil les será vivir vidas
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fieles y nobles cuando salgan al mundo. Si les permitís hacer lo
que les plazca, su pureza y amabilidad de carácter se desvanecerán
prestamente. Enseñadles a obedecer. Vean que vuestra autoridad
debe ser respetada. Esto quizá parezca entristecerlos un poco ahora,
pero les ahorrará mucha desgracia en el futuro.—
Manuscrito 2,
1903
.
Es un pecado tolerar a un hijo cuando es joven y se descarría.
Un hijo debiera ser mantenido bajo dominio.—
Carta 144, 1906
.
Si se permite que los niños hagan lo que les plazca, conciben la
idea de que deben ser atendidos, cuidados, tolerados y entretenidos.
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