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Capítulo 12—La obediencia debe convertirse en un
hábito
Empléense esfuerzos suaves pero persistentes
—Se les ha de
enseñar a los niños que sus capacidades les fueron dadas para honra
y gloria de Dios. A este fin deben aprender la lección de la obedien-
cia. . . . Debe inculcársele el hábito mediante esfuerzos amables
y persistentes. Así se podrán evitar en un extenso grado, aquellos
conflictos ulteriores entre su voluntad y la autoridad, que tanto con-
tribuyen a despertar en las mentes de los jóvenes la enemistad y
la amargura hacia sus padres y maestros y, demasiado a menudo,
resistencia a toda autoridad humana y divina.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos, 85, 86
.
No se admitan disculpas o evasivas
—La primera preocupación
de los padres debería ser establecer un buen gobierno en la familia.
La palabra de los padres debería ser ley, y excluir toda disculpa o
evasiva. Los niños, desde su misma infancia, deberían ser enseñados
a obedecer implícitamente a sus padres.—
Pacific Health Journal,
enero de 1890
.
La disciplina estricta a veces puede causar desazón, y los niños
querrán actuar según su propia voluntad. Sin embargo, cuando han
aprendido la lección de obediencia a sus padres, están mejor prepa-
rados para someterse a los requerimientos de Dios. De este modo,
la enseñanza recibida en la infancia, influye sobre la experiencia
religiosa y moldea el carácter del hombre.—
The Signs of the Times,
26 de febrero de 1880
.
No se permitan excepciones
—Como maestros en su propia
familia, los padres han de ver que no se desobedezcan las reglas. . . .
Al permitir que sus hijos desobedezcan, fracasan en el ejercicio de
la debida disciplina. Los niños deben ser llevados hasta el punto de
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que se sometan y obedezcan. La desobediencia no debe permitirse.
El pecado yace a la puerta de los padres que permiten que sus
hijos desobedezcan. . . . Los niños deben comprender que han de
obedecer.—
Manuscrito 82, 1901
.
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