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Capítulo 18—Pulcritud, orden y regularidad
Cultivad el orden y el gusto
—El cultivo del orden y del gusto
es una parte importante de la educación de los hijos. . . .
Como guardianes y maestros de vuestros hijos, tenéis el deber
de realizar aun las cosas más pequeñas del hogar con buen gusto y
orden. Enseñad a vuestros hijos la inestimable lección de mantener
pulcra su ropa. Mantened vuestra propia ropa limpia, agradable y
digna. . . .
Tenéis la obligación delante de Dios de ser normas de corrección
en el hogar. . . . Recordad que en el cielo no hay desorden, y que
vuestro hogar debería ser un cielo aquí en la tierra. Recordad que al
cumplir fielmente todos los días las cosas pequeñas del hogar, estáis
trabajando juntos con Dios, perfeccionando un carácter cristiano.—
Carta 47a, 1902
.
Padres, recordad que estáis trabajando por la salvación de vues-
tros hijos. Si vuestros hábitos son correctos, si manifestáis pulcritud
y orden, virtud y justicia, santificación del alma, el cuerpo y el espí-
ritu, respondéis a estas palabras del Redentor: “Vosotros sois la luz
del mundo”.—
Manuscrito 79, 1901
.
Enseñad hábitos de pulcritud
—Se requiere que cada familia
sea instruida en hábitos de pulcritud, limpieza y minuciosidad. No-
sotros que profesamos creer la verdad, debemos manifestar ante el
mundo que los principios de la verdad y la justicia no hacen que la
gente sea rústica, áspera, sucia y desordenada. . . .
El amor de Dios debería expresarse en la familia mediante el
amor a nuestros hijos. El amor genuino no conducirá al desorden
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y la suciedad, porque éste sea el camino más fácil; sino que por el
ejemplo puro establecido ante sus hijos por los padres, por la firmeza
amante pero inflexible en cultivar hábitos de trabajo, los educarán
según estas normas.—
Manuscrito 24, 1894
.
Enseñad a los niños a cuidar su ropa
—Comenzad precozmen-
te a enseñar a los pequeños a cuidar su ropa. Que tengan un lugar
para colocar sus cosas, y enseñadles a doblar cada artículo cuidado-
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