Página 113 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Dos héroes de la edad media
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En vista de que, al transigir con Roma, sus antiguos hermanos
habían aceptado sus errores, los que se adherían a la vieja fe se orga-
nizaron en iglesia distinta, que se llamó de “los Hermanos Unidos.”
Esta circunstancia atrajo sobre ellos toda clase de maldiciones; pero
su firmeza era inquebrantable. Obligados a refugiarse en los bosques
y las cuevas, siguieron reuniéndose para leer la Palabra de Dios y
para celebrar culto.
Valiéndose de mensajeros secretos que mandaron a varios países,
llegaron a saber que había, diseminados en varias partes, “algunos
sostenedores de la verdad, unos en ésta, otros en aquella ciudad,
siendo como ellos, objeto de encarnizada persecución; supieron tam-
bién que entre las montañas de los Alpes había una iglesia antigua
que se basaba en las Sagradas Escrituras, y que protestaba contra
la idólatra corrupción de Roma.”—
Ibid.,
cap. 19. Recibieron estos
datos con gran regocijo e iniciaron relaciones por correspondencia
con los cristianos valdenses.
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Permaneciendo firmes en el Evangelio, los bohemios, a través
de las tinieblas de la persecución y aun en la hora más sombría,
volvían la vista hacia el horizonte como quien espera el rayar del
alba. “Les tocó vivir en días malos, pero ... recordaban las palabras
pronunciadas por Hus y repetidas por Jerónimo, de que pasaría
un siglo antes de que se viera despuntar la aurora. Estas palabras
eran para los husitas lo que para las tribus esclavas en la tierra de
servidumbre aquellas palabras de José: ‘Yo me muero, mas Dios
ciertamente os visitará, y os hará subir de aquesta tierra.’ ”—
Ibid
.
“La última parte del siglo XV vió el crecimiento lento pero seguro
de las iglesias de los Hermanos. Aunque distaban mucho de no
ser molestados, gozaron sin embargo de relativa tranquilidad. A
principios del siglo XVI se siglo XVI se contaban doscientas de sus
iglesias en Bohemia y en Moravia.”—T. H. Gilett,
Life and Times
of John Huss,
tomo 2 pág. 570. “Tan numeroso era el residuo, que
sobrevivió a la furia destructora del fuego y de la espada y pudo ver
la aurora de aquel día que Hus había predicho.”—Wylie, lib. 3, cap.
19.
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