Página 181 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Progresos de la reforma
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puesta en manos del pueblo, despertaron sus facultades aletargadas,
y no sólo purificaban y ennoblecían la naturaleza espiritual, sino que
daban nuevas fuerzas y vigor a la inteligencia.
Veíanse a personas de todas las clases sociales defender, con la
Biblia en la mano, las doctrinas de la Reforma. Los papistas que
habían abandonado el estudio de las Sagradas Escrituras a los sa-
cerdotes y a los monjes, les pidieron que viniesen en su auxilio a
refutar las nuevas enseñanzas. Empero, ignorantes de las Escrituras
y del poder de Dios, monjes y sacerdotes fueron completamente
derrotados por aquellos a quienes habían llamado herejes e indoctos.
“Desgraciadamente—decía un escritor católico,—Lutero ha conven-
cido a sus correligionarios de que su fe debe fundarse solamente en
la Santa Escritura.”—
Id.,
lib. 9, cap. 11. Las multitudes se congrega-
[207]
ban para escuchar a hombres de poca ilustración defender la verdad
y hasta discutir acerca de ella con teólogos instruídos y elocuentes.
La vergonzosa ignorancia de estos grandes hombres se descubría
tan luego como sus argumentos eran refutados por las sencillas ense-
ñanzas de la Palabra de Dios. Los hombres de trabajo, los soldados
y hasta los niños, estaban más familiarizados con las enseñanzas de
la Biblia que los sacerdotes y los sabios doctores.
El contraste entre los discípulos del Evangelio y los que sos-
tenían las supersticiones papistas no era menos notable entre los
estudiantes que entre las masas populares. “En oposición a los an-
tiguos campeones de la jerarquía que había descuidado el estudio
de los idiomas y de la literatura, ... levantábanse jóvenes de mente
privilegiada, muchos de los cuales se consagraban al estudio de
las Escrituras, y se familiarizaban con los tesoros de la literatura
antigua. Dotados de rápida percepción, de almas elevadas y de co-
razones intrépidos, pronto llegaron a alcanzar estos jóvenes tanta
competencia, que durante mucho tiempo nadie se atrevía a hacerles
frente... De manera que en los concursos públicos en que estos jóve-
nes campeones de la Reforma se encontraban con doctores papistas,
los atacaban con tanta facilidad y confianza que los hacían vacilar y
los exponían al desprecio de todos.”—
Ibid
.
Cuando el clero se dió cuenta de que iba menguando el número
de los congregantes, invocó la ayuda de los magistrados, y por todos
los medios a su alcance procuró atraer nuevamente a sus oyentes.
Pero el pueblo había hallado en las nuevas enseñanzas algo que