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La Educación
En cualquier lugar levantaba su tienda, erigía un altar a su lado para
ofrecer sacrificios y adorar. Cuando trasladaba la tienda a otro lugar,
quedaba el altar, y más de un nómada cananeo que había llegado
a conocer a Dios por medio de la vida de Abraham, su siervo, se
detenía junto a ese altar para ofrecer un sacrificio a Jehová.
No será menos eficaz hoy la enseñanza de la Palabra de Dios
cuando halle un reflejo tan fiel como ese en la vida del maestro.
No basta saber lo que otros han pensado o aprendido de la Biblia.
En el juicio cada uno deberá dar cuenta de sí mismo a Dios, y cada
uno debe aprender ahora por sí mismo cuál es la verdad. Pero para
que el estudio sea eficaz, hay que despertar el interés del alumno.
Y especialmente el que tiene que tratar con niños y jóvenes, que
difieren muchísimo en carácter, educación y hábitos mentales, no
ha de perder de vista este asunto. Al enseñar la Biblia a los niños,
será conveniente observar la tendencia de sus mentes, los temas que
les llaman la atención, y despertar su interés por ver lo que la Biblia
dice sobre esos temas. El que nos creó y nos dotó de diferentes
aptitudes, ha dado en su Palabra algo para cada cual. A medida que
los alumnos vean que las lecciones de la Biblia se aplican a sus
vidas, hay que enseñarles a considerarla su consejera.
También hay que ayudarles a apreciar su maravillosa belleza. Se
recomienda o a lo menos se permite la lectura de muchos libros que
no son de verdadero valor, libros excitantes y malsanos, solo por su
supuesto valor literario. ¿Por qué hemos de invitar a nuestros niños a
beber de esos manantiales contaminados, cuando pueden tener libre
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acceso a las fuentes puras de la Palabra de Dios? La Biblia tiene una
inagotable abundancia, fuerza y profundidad de significado. Hay que
animar a los niños y jóvenes a buscar sus tesoros, tanto de significado
como de expresión.
A medida que la belleza de estas cosas preciosas atraiga la mente,
un poder transformador y subyugante conmoverá el corazón. Serán
atraídos a Aquel que se les reveló de ese modo. Y pocos serán los
que no sientan deseos de conocer más sus obras y caminos.
Debe enseñarse al estudiante de la Biblia a acercarse a ella con
el espíritu del que aprende. Debemos escudriñar sus páginas, no en
busca de pruebas que apoyen nuestras opiniones, sino para saber lo
que Dios dice.