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La Educación
En lo que a la recreación del alumno se refiere, se obtendrán los
mejores resultados mediante la cooperación personal del maestro.
El verdadero maestro puede impartir a sus alumnos pocos dones tan
valiosos como el de su compañía. Puede decirse de los hombres y
mujeres, y mucho más de los jóvenes y niños, que solamente los
podemos comprender al ponernos en contacto con ellos por medio
del compañerismo; y necesitamos comprenderlos para poder benefi-
ciarlos más eficazmente. Para fortalecer el lazo de compañerismo
que une al maestro y al alumno, pocos medios hay tan valiosos como
el de la agradable amistad fuera del aula. En algunas escuelas el
maestro está siempre con sus alumnos en las horas de recreo. Se une
a ellos en sus ocupaciones, los acompaña en sus excursiones y pare-
ce identificarse con ellos. Convendría a nuestras escuelas que esta
costumbre fuera más general. El sacrificio que se le pide al maestro
es grande, pero, si lo hiciera, cosecharía una rica recompensa.
Ninguna recreación que sea útil únicamente para ellos dará por
resultado una bendición tan grande para los niños y jóvenes como
la que los guie a ser útiles a los demás. Los jóvenes, que por na-
turaleza son entusiastas y se impresionan con facilidad, responden
de inmediato a la insinuación. Al hacer planes para el cultivo de
las plantas, el maestro debería esforzarse por despertar interés en
el embellecimiento de la propiedad escolar y del aula. El beneficio
será doble. Los alumnos, por una parte, no van a destruir ni malo-
grar lo que ellos mismos están tratando de embellecer, y por otra se
desarrollarán el refinamiento del gusto, el amor al orden y el hábito
de ser cuidadoso. El espíritu de compañerismo y cooperación que se
desarrollará de esta manera será, además, una bendición duradera
para los alumnos.
Del mismo modo, al estimular a los alumnos a recordar a los que
están privados de esos hermosos lugares y al compartir con ellos
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las bellezas de la naturaleza, se añade nuevo interés al trabajo en el
jardín o la excursión por el campo o el bosque.
El maestro atento hallará muchas oportunidades para motivar a
sus alumnos a practicar actos de servicio. Los niñitos, especialmente,
le tienen al maestro una confianza y un respeto casi ilimitados. Es
difícil que deje de dar fruto cualquier idea que insinúe en cuanto al
modo de ayudar en el hogar, a ser fieles en los quehaceres diarios, a
asistir a los enfermos o ayudar a los pobres. Y así se obtendrá nue-