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Dios en la naturaleza
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Estas son las lecciones que nuestros niños necesitan aprender.
Para el niñito que todavía no es capaz de captar lo que se enseña
por medio de la página impresa o de ser iniciado en la rutina del
aula, la naturaleza presenta una fuente infalible de instrucción y
deleite. El corazón que no ha sido endurecido por el contacto con
el mal, es perspicaz para reconocer la Presencia que penetra todo lo
creado. El oído que no ha sido entorpecido por el vocerío del mundo,
está atento a la Voz que habla por medio de las expresiones de la
naturaleza. Y para los de más edad, que necesitan continuamente
los silenciosos recordativos de lo espiritual y lo eterno, la enseñanza
de la naturaleza no dejará de ser una fuente de placer e instrucción.
Así como los moradores del Edén aprendieron de las páginas de la
naturaleza, así como Moisés percibió lo que Dios había escrito en
los llanos y las montañas de Arabia, y el niño Jesús en los cerros de
Nazaret, los niños de hoy día también pueden aprender del Creador.
Lo visible ilustra lo invisible. En todo lo que existe sobre la tierra,
desde el árbol más alto del bosque hasta el liquen que se adhiere a
la roca, desde el océano sin límites hasta la concha más diminuta de
la playa, pueden contemplar la imagen y la inscripción de Dios.
Hasta donde sea posible, colóquese al niño, desde su más tierna
edad, en un ambiente que abra ante él este maravilloso libro de texto,
donde él pueda contemplar las gloriosas escenas pintadas por el gran
Artista en las telas variables de los cielos; que se familiarice con las
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maravillas de la tierra y el mar, que observe los misterios revelados
por las diversas estaciones y aprenda del Creador en todas sus obras.
De ningún otro modo puede ponerse con tanta firmeza y segu-
ridad el cimiento de una verdadera educación. Sin embargo, hasta
el niño, al ponerse en contacto con la naturaleza, hallará causas de
perplejidad. No puede dejar de reconocer la obra de fuerzas anta-
gónicas. En esto la naturaleza necesita un intérprete. Al ver el mal
manifiesto hasta en el mundo natural, todos tienen que aprender la
triste lección: “Un enemigo ha hecho esto
Solo se puede leer debidamente la enseñanza de la naturaleza a
la luz que procede del Calvario. Hágase ver por medio de la historia
de Belén y de la cruz cuán bueno es vencer el mal, y cómo constituye
un don de la redención cada bendición que recibimos.
En la zarza y la espina, el abrojo y la cizaña, está representado el
mal que marchita y desfigura. En el canto del pájaro y el pimpollo