Página 205 - El Hogar Cristiano (2007)

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Modelos imperfectos de maternidad
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de placer prohibido. A menudo, la esposa y madre, ocupada con los
cuidados de la casa se olvida de las pequeñas cortesías que harían
del hogar un sitio agradable para el esposo y los hijos, aun cuando en
presencia de ellos no se queja mucho de sus vejámenes y dificultades
peculiares. Mientras ella está ocupada en la preparación de algo que
comer o de alguna prenda de vestir, el esposo y los hijos entran y
salen como extraños.
Aunque la dueña de casa cumpla con exactitud sus deberes
externos, puede suceder que esté continuamente clamando contra la
esclavitud a la cual está condenada, y exagere sus responsabilidades
y restricciones al comparar su suerte con lo que ella considera la
vida superior de la mujer.... Mientras que anhela infructuosamente
una vida diferente, alberga un descontento pecaminoso y hace de su
hogar un lugar muy desagradable para su esposo y sus hijos
Atareada en insensateces
—Satanás ha preparado atracciones
placenteras tanto para los padres como para los hijos. Sabe que
si puede ejercer su poder engañador sobre las madres ha logrado
mucho. Los caminos del mundo están llenos de engaño, fraude y
desgracia, pero él les da una apariencia atrayente; y si los niños y los
jóvenes no reciben cuidadosa preparación y disciplina, se extraviarán
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inevitablemente. No teniendo principios fijos, les será difícil resistir
la tentación
Asumen cargas innecesarias
—Muchas madres dedican su
tiempo a hacer naderías innecesarias. Prestan toda su atención a
las cosas relativas a este tiempo y a los sentidos, y no piensan en
las cosas de interés eterno. ¡Cuántas descuidan a sus hijos, y los
pequeñuelos se crían toscos y carentes de cultura
Cuando los padres, y especialmente las madres, tengan un senti-
do verdadero de la obra importante y cargada de responsabilidad que
Dios les ha dado que hacer, no se enfrascarán tanto en los asuntos
que conciernen a sus vecinos, pero no les atañen a ellas. No irán de
casa en casa para entregarse a chismes corrientes ni se espaciarán
en los defectos, yerros e inconsecuencias de sus prójimos. Sentirán
tanta preocupación por sus propios hijos que no podrán hallar tiempo
para pensar en el oprobio de sus vecinos
Si una mujer pide a Dios fuerza y consuelo y, temiéndole, procura
cumplir sus deberes diarios, se granjeará el respeto y la confianza
de su esposo y verá a sus hijos madurar en hombres y mujeres