Página 80 - El Hogar Cristiano (2007)

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Capítulo 15—Promesas solemnes
Propósito de Dios para ambos esposos
—Con una parte del
hombre Dios hizo a una mujer, a fin de que fuese ayuda idónea
para él, alguien que fuese una con él, que le alegrase, le alentase
y bendijese, mientras que él a su vez fuese su fuerte auxiliador.
Todos los que contraen relaciones matrimoniales con un propósito
santo—el esposo para obtener los afectos puros del corazón de una
mujer, y ella para suavizar, mejorar y completar el carácter de su
esposo—cumplen el propósito de Dios para con ellos.
Cristo no vino para destruir esa institución, sino para devolverle
su santidad y elevación originales. Vino para restaurar la imagen
moral de Dios en el hombre, y comenzó su obra sancionando la
relación matrimonial
El que creó a Eva para que fuese compañera de Adán realizó su
primer milagro en una boda. En la sala donde los amigos y parientes
se regocijaban, Cristo principió su ministerio público. Con su pre-
sencia sancionó el matrimonio, reconociéndolo como institución que
él mismo había fundado. Había dispuesto que hombres y mujeres se
unieran en el santo lazo del matrimonio, para formar familias cuyos
miembros, coronados de honor, fueran reconocidos como miembros
de la familia celestial
Jesús quiere matrimonios felices
—El amor divino que emana
de Cristo no destruye el amor humano, sino que lo incluye. Lo refina
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y purifica; lo eleva y lo ennoblece. El amor humano no puede llevar
su precioso fruto antes de estar unido con la naturaleza divina y diri-
gido en su crecimiento hacia el cielo. Jesús quiere ver matrimonios
y hogares felices
Como todos los otros buenos dones confiados por Dios a la
custodia de la humanidad, el casamiento fué pervertido por el pecado;
pero es propósito del Evangelio devolverle su pureza y belleza. ...
La gracia de Cristo es lo único que puede hacer de esta institución
lo que Dios quiso que fuera: un medio de bendecir y elevar a la
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