Página 152 - Mensajes para los J

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Capítulo 43—El Cristo que mora en nosotros
Si estamos “arraigados y fundados en amor”, podremos “com-
prender bien con todos los santos, la anchura y la longitud, la pro-
fundidad y la altura del amor de Cristo, y conocer ese amor que
supera a todo conocimiento”
¡Oh, qué preciosas posibilidades; qué
ánimo nos dan! En el corazón humano purificado de toda impureza
moral reside el precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la
naturaleza entera, y convirtiendo al hombre en un templo del Espíritu
Santo [...].
Su respuesta a nuestra fe
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. Él mora en
nuestro corazón cuando nos apropiamos individualmente de la fe.
Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de
su presencia, nuestros pensamientos son llevados cautivos a Cristo
Jesús. Nuestros ejercicios espirituales están de acuerdo con la vi-
vencia de nuestra percepción de esta compañía. Enoc caminó con
Dios en esa forma, y Cristo vive en nuestro corazón por la fe cuando
consideramos lo que él es para nosotros, y la obra que ha realizado
por nosotros en el plan de redención. Nos sentiremos muy felices al
cultivar un concepto de este gran don que Dios dio a este mundo y
nos dio a nosotros personalmente.
Estos pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el
carácter. Quiero impresionar sus mentes con el hecho de que pueden
tener siempre, si lo quieren, la compañía divina con ustedes. “¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros
sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: “Habitaré y andaré
entre ellos. Seré su Dios, y ellos serán mi pueblo””
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Amoldados por su amor
A medida que la mente se espacia en Cristo, el carácter se amolda
a la semejanza divina. Los pensamientos se saturan con la compren-
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