Página 493 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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Los diezmos y las ofrendas
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lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora,
Jehová, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste”.
Las contribuciones que se les exigían a los hebreos para fines
religiosos y de caridad representaban por lo menos la cuarta parte
de su renta o entradas. Parecería que este pequeño aporte de los
recursos del pueblo hubiera de empobrecerlo; pero, muy al contrario,
la fiel observancia de estos reglamentos era uno de los requisitos
que se les imponía para tener prosperidad. A condición de que
le obedecieran, Dios les hizo esta promesa: “Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni
vuestra vid en el campo será estéril [...]. Todas las naciones os dirán
bienaventurados, porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los
ejércitos”.
Malaquías 3:11, 12
.
En los días del profeta Hageo se vio una sorprendente ilustración
de los resultados que produce el privar egoístamente la causa de Dios
aun de las ofrendas voluntarias. Después de regresar del cautiverio
de Babilonia, los judíos emprendieron la reconstrucción del templo
de Jehová; pero al tropezar con una resistencia obstinada de parte
de sus enemigos, abandonaron la obra; y una severa sequía que los
redujo a una escasez verdadera los convenció de que era imposible
terminar la construcción del templo. Dijeron: “No ha llegado aún el
tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada”. Véase
Hageo 1, 2
.
Pero el profeta del Señor les envió un mensaje: “¿Es acaso para
vosotros tiempo de habitar en vuestras casas artesonadas, mientras
esta Casa está en ruinas? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos:
“Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, pero re-
cogéis poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis
satisfechos; os vestís, pero no os calentáis; y el que trabaja a jornal
recibe su salario en saco roto””. Y luego se daba la razón de todo
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esto: “Buscáis mucho, pero halláis poco; lo que guardáis en casa
yo lo disiparé con un soplo. ¿Por qué?, dice Jehová de los ejércitos.
Por cuanto mi Casa está desierta, mientras cada uno de vosotros
corre a su propia casa. Por eso los cielos os han negado la lluvia,
y la tierra retuvo sus frutos. Yo llamé la sequía sobre esta tierra y
sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre
todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias,
y sobre todo trabajo de sus manos”. “Antes que sucedieran estas