Página 657 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

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David en Siclag
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y crueldad de Saúl, y de su historia David recordaba solo lo que era
regio y noble. El nombre de Saúl iba vinculado con el de Jonatán,
cuya amistad había sido tan sincera y tan desinteresada.
El canto en que David derramó los sentimientos de su corazón,
llegó a ser un tesoro para la nación, y para el pueblo de Dios en las
generaciones sucesivas:
“¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
¡Cómo han caído los valientes!
No lo anunciéis en Gat,
ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón;
para que no se alegren las hijas de los filisteos,
para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
Montes de Gilboa,
ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros,
ni seáis tierras de ofrendas;
porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
“Sin sangre de los muertos, sin grasa de los valientes,
el arco de Jonatán jamás retrocedía,
ni la espada de Saúl volvió vacía.
“Saúl y Jonatán, amados y queridos;
inseparables en la vida, tampoco en su muerte fueron separa-
dos;
más ligeros eran que águilas,
más fuertes que leones.
“Hijas de Israel, llorad por Saúl, quien os vestía de escarlata y
lino fino,
quien adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro.
¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán, muerto en tus alturas!
Angustia tengo por ti, Jonatán, hermano mío,
cuán dulce fuiste conmigo.
Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres.
¡Cómo han caído los valientes,
cómo han perecido las armas de guerra!”
2 Samuel 1:19-27
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