Página 706 - Historia de los Patriarcas y Profetas (2008)

Basic HTML Version

Capítulo 73—Los últimos años de David
Este capítulo está basado en 2 Samuel 24; 1 Reyes 1; 1 Crónicas 21;
28 y 29.
La derrota de Absalón no trajo inmediatamente la paz al reino.
Era tan grande la parte de la nación que se había unido a la rebelión,
que David no quiso volver a la capital ni reasumir su autoridad sin
que las tribus lo invitaran a hacerlo. En la confusión que siguió a la
derrota de Absalón, no se tomaron medidas inmediatas y decididas
para llamar al rey, y cuando al fin la tribu de Judá inició el plan de
hacer volver a David, se despertaron los celos de las otras tribus, y
como consecuencia se desató una contrarrevolución. Pero esta fue
de inmediato sofocada, y la paz volvió a reinar en Israel.
La historia de David ofrece uno de los más impresionantes testi-
monios que jamás se hayan dado con respecto a los peligros con que
amenazan al alma el poder, la riqueza y los honores, las cosas que
más ansiosamente codician los hombres. Son pocos los que alguna
vez han pasado por una experiencia mejor adaptada para prepararlos
a fin de soportar una prueba semejante. La juventud de David co-
mo pastor, con sus lecciones de humildad, de trabajo paciente y de
cuidado tierno por los rebaños, la comunión con la naturaleza en la
[738]
soledad de las colinas, que desarrolló su genio para la música y para
la poesía, y dirigió sus pensamientos hacia su Creador; la prolongada
disciplina de su vida en el desierto, que le hacían manifestar valor,
fortaleza, paciencia y fe en Dios, habían sido cosas de las que el Se-
ñor se valió en su preparación para ocupar el trono de Israel. David
había tenido preciosas indicaciones del amor de Dios y había sido
abundantemente dotado de su Espíritu; en la historia de Saúl había
visto cuán absolutamente inútil es la sabiduría meramente humana.
No obstante, el éxito y los honores mundanos habían debilitado tanto
el carácter de David que repetidamente fue vencido por el tentador.
Las relaciones con los pueblos paganos provocaron un deseo
de seguir las costumbres nacionales de estos, y encendieron una
702