Página 180 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
Los hombres estaban dispuestos a someterse a la abnegación y a
la disciplina para correr y obtener una corona corruptible, que iba a
perecer en un día, y que era solamente un distintivo honroso de parte
de los mortales. Pero nosotros hemos de correr la carrera que brinda
la corona de inmortalidad y la vida eterna. Sí, un inconmensurable
y eterno peso de gloria nos será otorgado como premio cuando
hayamos terminado la carrera. “Nosotros—dice el apóstol—una
incorruptible.” Y si los que se empeñaban en una carrera terrenal
para recibir una corona temporal podían ser templados en todas
las cosas, ¿no podemos serlo nosotros, que tenemos en vista una
corona incorruptible, un eterno peso de gloria y una vida que se
compara con la vida de Dios? Ya que tenemos este gran incentivo,
¿no podemos correr “con paciencia la carrera que nos es propuesta,
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puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús”? El nos
ha indicado el camino, y lo ha señalado con sus pisadas en todo el
trayecto. Es la senda que él ha recorrido, y podemos experimentar
con él la abnegación y el sufrimiento, y andar en esa senda señalada
por su propia sangre.
“Así que, yo de esta manera corro, no como a cosa incierta;
de esta manera peleo, no como quien hiere el aire; antes hiero mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre.” En esto tiene una obra que
hacer todo hombre, mujer y niño. Satanás procura constantemente
obtener el dominio de nuestro cuerpo y espíritu. Pero Cristo nos
ha comprado, y somos su propiedad. Nos toca obrar unidos con
Cristo y con los santos ángeles que ministran en nuestro favor.
Nos toca mantener en sujeción al cuerpo. A menos que lo hagamos,
perderemos ciertamente la vida eterna y la corona de la inmortalidad.
Y, sin embargo, algunos dicen: “¿A quien le importa lo que como
o bebo?” Os he mostrado qué relación tiene con los demás vuestra
conducta. Habéis visto que tiene mucho que ver con la influencia
que ejercéis sobre vuestras familias. Tiene un gran papel en la obra
de moldear el carácter de vuestros hijos.
La responsabilidad paterna
Como he dicho antes, vivimos en una era corrupta. Es un tiempo
en que Satanás parece ejercer un dominio casi perfecto sobre las
mentes que no están plenamente consagradas a Dios. Por lo tanto,