Página 202 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
no pueden hacer esto. Vd. no está dispuesto a esperar con paciencia
y calma que pesen las evidencias aquellos que no pueden apreciarlas
tan rápidamente como Vd. Correrá el peligro de instar demasiado
a los demás para que vean en seguida como Vd., y sientan todo el
celo y la necesidad de acción que Vd. siente. Si no se realizan sus
expectativas, habrá peligro de que Vd. se desanime, se inquiete y
desee un cambio.
Vd. debe rehuir la disposición a censurar y abrumar a otros. Evi-
te todo lo que sepa a espíritu de denuncia. No agrada a Dios que
este espíritu anime a ninguno de sus siervos de larga experiencia. Es
propio de un joven, si tiene esta gracia de la humildad y el adorno
interior, que manifieste ardor y celo; pero la actitud de un joven de
pocos años de experiencia que manifiesta un celo atropellado y un
espíritu denunciador, es muy impropia y causa profundo desagrado.
Nada podría destruir tan pronto como esto su influencia. La man-
sedumbre y la amabilidad, la tolerancia y la longanimidad, el no
sentirse fácilmente provocado y el soportarlo, esperarlo y sufrirlo
todo, esas cosas son los frutos que produce el precioso árbol del
amor, de crecimiento celestial. Este árbol, si se lo nutre, se manten-
drá siempre verde, sus ramas no caerán ni se marchitarán sus hojas.
Es inmortal, eterno, y regado de continuo por los rocíos del cielo.
El poder del amor
El amor es poder. Este principio encierra una fuerza intelectual
y moral, que no puede separarse de él. El poder de la riqueza tiende
a corromper y destruir. El poder de la fuerza es grande para hacer
daño; pero la excelencia y el valor del amor puro consisten en su
eficiencia para hacer bien, solamente el bien. Cualquier cosa que se
haga por puro amor, por pequeña o despreciable que sea a la vista
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de los hombres, es completamente fructífera; porque Dios considera
más con cuánto amor se trabajó que la cantidad lograda. El amor
es de Dios. El corazón inconverso no puede producir esta planta
cultivada por el Cielo, porque ésta vive y florece solamente donde
Cristo reina.
El amor no puede vivir sin acción, y cada acto lo aumenta, for-
talece y extiende. El amor alcanzará la victoria donde la discusión
y la autoridad sean impotentes. El amor no obra por ganancia o