Página 528 - Joyas de los Testimonios 1 (1971)

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Joyas de los Testimonios 1
y reprendiéndolos. Ellos profesaban guardar la ley de Dios, mas en
sus actos diarios practicaban la iniquidad. Robaban a muchas viudas
y huérfanos lo poco que tenían, para satisfacer un avariento deseo
de ganancia.
Judas podría haber sacado beneficio de todas estas lecciones si
hubiese albergado en su corazón el deseo de ser recto; pero su afán
de adquirir riquezas y el amor al dinero llegaron a ser una fuerza que
lo dominaba. Llevaba la bolsa que contenía los recursos destinados
a llevar a cabo la obra de Cristo, y de vez en cuando se apropiaba
de pequeñas sumas para su propio uso. Su corazón egoísta lamentó
la ofrenda hecha por María cuando ofreció el vaso de alabastro
lleno de ungüento, y la reprendió por su imprudencia. Así, en vez
de aprender, quería enseñar e instruir a nuestro Señor acerca de cuál
era el verdadero carácter de la acción de María.
Esos dos hombres tuvieron iguales oportunidades de aprender
las continuas lecciones del ejemplo de Cristo para corregir los rasgos
pecaminosos de su carácter. Mientras oían sus eficaces reprensiones
y denuncias contra la hipocresía y la corrupción, veían que los que
eran tan terriblemente denunciados eran objeto de la labor solícita e
incansable de Cristo para reformarlos. El Salvador lloraba por sus
tinieblas y error. Manifestaba anhelos, ilimitada compasión y amor,
y exclamó sobre Jerusalén: “¡Cuántes veces quise juntar tus hijos,
como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste!”
Mateo 23:37
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Pedro era presto y celoso para obrar, audaz e intransigente; y
Cristo vió en él material que sería de gran valor para la iglesia. Por
lo tanto, relacionó a Pedro consigo a fin de que todo lo que era bueno
y valioso pudiera conservarse, y para que, mediante sus lecciones
y ejemplos, pudiese suavizar lo que era duro en su temperamento
y conducta. Si su corazón se transformaba verdaderamente por la
gracia divina, el cambio se vería en la auténtica bondad, simpatía y
cortesía que manifestaría. Jesús no era nunca frío e intratable. Con
frecuencia los afligidos penetraban en su retiro cuando él necesitaba
refrigerio y descanso; pero tenía para todos una mirada bondadosa
y una palabra alentadora. Era un modelo de verdadera cortesía.
Pedro negó a su Señor, pero más tarde se arrepintió y se humilló
profundamente por su gran pecado; y Cristo demostró que perdonaba