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Amor y sexualidad en la experiencia humana
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santifica la satisfacción de las pasiones más bajas. Aun hombres
y mujeres que profesan piedad, dan rienda suelta a sus pasiones
concupiscentes, y no piensan que Dios los tiene por responsables
del desgaste de la energía vital que debilita su resistencia y enerva
todo el organismo.
El pacto matrimonial cubre pecados del más vil carácter. Hom-
bres y mujeres que profesan ser piadosos degradan su propio cuerpo
por la satisfacción de pasiones corrompidas, y así se rebajan a un ni-
vel más bajo que el de los brutos. Abusan de las facultades que Dios
les ha dado para que las conserven en santificación y honra. Sacrifi-
can la vida y la salud sobre el altar de las bajas pasiones. Someten
las facultades superiores y más nobles a las propensiones animales.
Los que así pecan ignoran el resultado de su conducta.—
Joyas de
los Testimonios 1:264 (1870)
.
La necesaria distinción entre el amor y la concupiscencia
No es amor puro el que impulsa a un hombre a hacer de su esposa
un instrumento que satisfaga su concupiscencia. Es expresión de las
pasiones animales que claman por ser satisfechas.
¡Cuán pocos hombres manifiestan su amor de la manera especi-
ficada por el apóstol: “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó
a sí mismo por ella [no para contaminarla], sino para santificarla y
limpiarla,” para “que fuese santa y sin mancha”! Esta es la calidad
del amor que en las relaciones matrimoniales Dios reconoce como
santo.
El amor es un principio puro y sagrado; pero la pasión concupis-
cente no admite restricción, no quiere que la razón le dicte órdenes
ni la controle. No vislumbra las consecuencias; no quiere razonar de
la causa al efecto.
Muchas mujeres están sufriendo de gran debilidad y constantes
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enfermedades debido a que se han despreciado las leyes de su ser;
y se han pisoteado las leyes de la naturaleza. Hombres y mujeres
despilfarran la fuerza nerviosa del cerebro, y la ponen en acción
antinatural para satisfacer las pasiones bajas; y este monstruo odioso,
la pasión baja y vil, recibe el nombre delicado de amor.—
Joyas de
los Testimonios 1:265, 266 (1870)
.
El amor versus la pasión del corazón humano natural
—El
amor... no es irracional ni ciego. Es puro y santo. Pero la pasión del
corazón natural es otra cosa completamente distinta. Mientras que el