Página 221 - Mente, C

Basic HTML Version

Capítulo 27—El amor de Dios
Dios es amor
—“Dios es amor”.
1 Juan 4:16
. Su naturaleza y su
ley son amor. Lo han sido siempre, y lo serán para siempre. “El Alto
y Sublime, el que habita la eternidad” (
Isaías 57:15
), cuyos “caminos
son eternos” (
Habacuc 3:6
), no cambia. En él “no hay mudanza, ni
sombra de variación”.
Santiago 1:17
.
Cada manifestación del poder creador es una expresión del amor
infinito. La soberanía de Dios encierra plenitud de bendiciones para
todos los seres creados...
La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde que
principió en el cielo hasta el final abatimiento de la rebelión y la total
extirpación del pecado, es también una demostración del inmutable
amor de Dios.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 11 (1890)
.
El amor de Dios se muestra en la naturaleza
—La naturaleza
y la revelación a una dan testimonio del amor de Dios. Nuestro Padre
celestial es la fuente de vida, de sabiduría y de gozo. Mira las mara-
villas y bellezas de la naturaleza. Piensa en su prodigiosa adaptación
a las necesidades y a la felicidad, no solamente del hombre, sino de
todas las criaturas vivientes...
[254]
“Dios es amor” está escrito en cada capullo de flor que se abre, en
cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el
aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente
matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles
del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todo da testimonio
del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer
felices a sus hijos.—
El Camino a Cristo, 7, 8 (1892)
.
Los mandamientos se basan en el principio del amor
—Los
preceptos del Decálogo se adaptan a toda la humanidad, y se dieron
para la instrucción y el gobierno de todos. Son diez preceptos, breves,
abarcantes, y autorizados, que incluyen los deberes del hombre hacia
Dios y hacia sus semejantes; y todos se basan en el gran principio
fundamental del amor.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 312
(1890)
.
217