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Mente, Cáracter y Personalidad 1
por última vez... Al entrar en comunión con el Salvador entramos en
la región de la paz.—
El Ministerio de Curación, 193 (1905)
.
Toda ansiedad indebida desaparecerá
—Cuando los hombres
van a su trabajo o están orando; cuando descansan o se levantan por
la mañana; cuando el rico se sacia en el palacio, o cuando el pobre
reúne a sus hijos alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial
vigila tiernamente a todos. No se derraman lágrimas sin que El lo
note. No hay sonrisa que para El pase inadvertida.
Si creyéramos plenamente esto, toda ansiedad indebida desapa-
recería. Nuestras vidas no estarían tan llenas de desengaños como
ahora; porque cada cosa, grande o pequeña, debe dejarse en las
manos de Dios, quien no se confunde por la multiplicidad de los
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cuidados, ni se abruma por su peso. Gozaríamos entonces del reposo
del alma al cual muchos han sido por largo tiempo extraños.—
El
Camino a Cristo, 85 (1892)
.
Adiestrar el alma mediante la disciplina
—Cristianos, ¿se re-
vela Cristo en nosotros? Debemos trabajar para obtener cuerpos
sanos y mentes robustas que no se debiliten con facilidad, mentes
que miren más allá de sí mismas a la causa y al resultado de cada
movimiento que se hace. Entonces estaremos en condiciones de
sufrir penalidades como buenos soldados. Necesitamos mentes que
puedan ver las dificultades y superarlas con la sabiduría que vie-
ne de Dios, que pueda afrontar problemas difíciles y vencerlos. El
problema más difícil es crucificar el yo, sufrir penalidades en las ex-
periencias espirituales, adiestrar el alma mediante severa disciplina.
Esto no producirá, tal vez, la mejor satisfacción al alma al principio,
pero la consecuencia será paz y felicidad.—
Carta 43, 1899
.
Cristo tiene poder para vigorizar y restaurar
—Y al par que
Cristo abre el cielo al hombre, la vida que imparte abre el corazón
del hombre al cielo. El pecado no sólo nos aparta de Dios, sino que
destruye en el alma humana el deseo y la aptitud para conocerlo. La
misión de Cristo consiste en deshacer toda esta obra del mal. El tiene
poder para vigorizar y restaurar las facultades del alma paralizadas
por el pecado, la mente oscurecida, y la voluntad pervertida. Abre
ante nosotros las riquezas del universo y nos imparte poder para
discernir estos tesoros y apropiarnos de ellos.—
La Educación, 28,
29 (1903)
.