Página 308 - Mente, C

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Capítulo 37—Principios de estudio y aprendizaje
La mente y los afectos deben ser educados
—Dios ha dado
la razón, las facultades de la mente; pero si se las deja sin educar
ni adiestrar, dejan al hombre en la condición que se revela en los
salvajes paganos. La mente y los afectos requieren maestros para
su educación y dirección. Se necesita enseñar línea sobre línea,
y precepto sobre precepto, para guiar y adiestrar al agente moral
humano para que trabaje en cooperación con Dios. Dios obra en el
agente humano mediante la luz de su verdad. La mente iluminada
por la verdad, distingue la verdad del error.—
Carta 135, 1898
.
Dios aprueba el más elevado cultivo de la mente
—La mente
humana es capaz del cultivo más elevado. Una vida dedicada a Dios
no debiera ser una vida de ignorancia. Muchos hablan en contra de
la educación porque Jesús escogió pescadores sin educación para
predicar su Evangelio. Aseguran que mostró una preferencia por los
que no tenían educación. Muchos hombres educados y honorables
creyeron en sus enseñanzas. Si éstos hubieran obedecido sin temor
a las convicciones de sus conciencias, hubieran seguido a Cristo.
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Sus capacidades hubieran sido aceptadas y empleadas en el servicio
de Cristo si se las hubieran ofrecido. Pero no tuvieron el poder
moral de confesar a Cristo, de arriesgar su reputación al relacionarse
con el humilde Galileo, frente a los ceñudos sacerdotes y celosos
gobernantes...
Jesús no despreció la educación. El cultivo más elevado de la
mente, si es santificado por medio del amor y del temor de Dios,
recibe su total aprobación. Los humildes hombres escogidos por
Cristo estuvieron tres años con El, sujetos a la influencia refinadora
de la Majestad de los cielos. Cristo fue el mayor educador que este
mundo alguna vez conoció.
Dios aceptará a los jóvenes con sus talentos y la riqueza de
sus afectos si ellos se consagran a El. Pueden alcanzar la cima
más elevada de la grandeza intelectual; y si están equilibrados por
los principios religiosos, pueden llevar adelante la obra que Cristo
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