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Mente, Cáracter y Personalidad 1
La cultura mental es lo que necesitamos
—La cultura mental
es lo que necesitamos nosotros como pueblo, y es lo que hemos
de tener para satisfacer las demandas de la época. La pobreza, la
cuna humilde y las circunstancias desfavorables que nos rodean no
necesitan impedir el cultivo de la mente. Las facultades mentales han
de ser mantenidas bajo el control de la voluntad y no debe permitirse
que la mente divague o se distraiga con una cantidad de temas a la
vez sin concentrarse en ninguno.
Se encontrarán dificultades en todos los estudios; pero no cejéis
nunca, desalentados. Escudriñad, estudiad, y orad; arrostrad toda
dificultad varonil y vigorosamente; llamad en vuestro auxilio a la
fuerza de voluntad y la gracia de la paciencia, y luego cavad más
fervorosamente hasta que la gema de la verdad aparezca a vuestros
ojos, clara y hermosa, tanto más preciosa por las dificultades que su
hallazgo ha entrañado.
No os espaciéis, pues, de continuo en este único punto, para con-
centrar en él todas las energías de la mente o llamar constantemente
a ello la atención de otros: sino tomad otro tema, y examinadlo con
cuidado. Así se revelará a vuestra comprensión un misterio tras
otro. Siguiendo esta conducta, se obtendrán dos valiosas victorias.
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No sólo obtendréis conocimiento útil, sino que el ejercicio de la
mente aumentará vuestro poder mental. La clave encontrada para
revelar un misterio, puede revelar también otras preciosas gemas de
conocimiento no descubiertas antes.—
Obreros Evangélicos, 297,
298 (1880)
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La ley de la mente
—Es una ley de la mente que ésta se estre-
che o amplíe según las dimensiones de las cosas con que llega a
familiarizarse. Las facultades mentales se contraerán, ciertamente,
y perderán su habilidad para abarcar los profundos significados de
la Palabra de Dios, a menos que emprendan vigorosa y persisten-
temente la tarea de escudriñar la verdad. La mente se agrandará si
fuere empleada en descubrir la relación de los temas de la Biblia,
comparando escritura con escritura y las cosas espirituales con lo
espiritual. Id más abajo de la superficie; los más ricos tesoros del
pensamiento están a la espera del estudiante hábil y diligente.—
The
Review and Herald, 17 de julio de 1888
;
Mensajes para los Jóvenes,
260
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