Página 198 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
contesto que sólo tengo este mensaje que dar: que ahora es el tiempo
de trabajar mientras dure el día, pues viene la noche cuando nadie
puede obrar. Ahora, precisamente ahora, es el tiempo cuando de-
bemos estar velando, trabajando y esperando. La Palabra del Señor
revela que el fin de todas las cosas está cerca y su testimonio es
clarísimo en esto: es necesario que cada persona tenga la verdad
arraigada en el corazón, de modo que controle la vida y santifique el
carácter. El Espíritu del Señor está obrando para llevar la verdad de
la Palabra inspirada y grabarla en el alma de modo que los profesos
seguidores de Cristo tengan un gozo santo y sagrado que puedan
impartir a otros. Ahora es el tiempo oportuno para que trabajemos
nosotros, precisamente ahora, mientras dura el día. Pero nadie ha
recibido la orden de escudriñar las Escrituras a fin de asegurar, si es
posible, cuándo terminará el tiempo de gracia. Dios no ha concedido
tal mensaje a ningún labio mortal. El no quiere que ninguna lengua
mortal declare aquello que ha ocultado en sus concilios secretos.—
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The Review and Herald, 9 de octubre de 1894
.
Velad y orad
No tengo ningún tiempo específico del cual hablar, cuando se
efectuará la efusión del Espíritu Santo, cuando descenderá del cielo
el ángel poderoso y se unirá con el tercer ángel en la terminación de
la obra en este mundo. Mi mensaje es que nuestra única seguridad
radica en estar listos para el refrigerio celestial, con nuestras lám-
paras despabiladas y encendidas. Cristo nos ha dicho que velemos
“porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis”. “Velad
y orad” es la consigna que nos es dada por nuestro Redentor. Día
tras día hemos de buscar la inspiración del Espíritu de Dios para que
él pueda efectuar la obra que le incumbe en el alma y el carácter.
¡Oh, cuánto tiempo ha sido malgastado prestando atención a cosas
baladíes! Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros
pecados, cuando vengan los tiempos del refrigerio de la presencia
del Señor.
The Review and Herald, 29 de marzo de 1892
.
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