Página 33 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Elena G. de White y sus escritos
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símbolos y figuras; y aquellos a quienes la verdad fuera así revelada,
revestían el pensamiento divino con palabras humanas.
“Los Diez Mandamientos fueron enunciados por el mismo Dios
y escritos con su propia mano. Su redacción es divina y no humana.
Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el
idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano. Esta
unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e
Hijo del hombre. Se puede decir de la Biblia, lo que fue dicho de
Cristo: ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’
Juan
1:14
.
“Escritos en diferentes épocas y por hombres que diferían nota-
blemente en posición social y económica, y en facultades intelec-
tuales y espirituales, los libros de la Biblia presentan contrastes en
su estilo, como también diversidad en la naturaleza de los asuntos
que desarrollan. Sus diversos escritores se valen de expresiones
diferentes; a menudo la misma verdad está presentada por uno de
ellos de modo más patente que por otro. Ahora bien, como varios de
sus autores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vista y
aspectos diferentes, puede parecer al lector superficial, descuidado y
prevenido, que hay divergencias o contradicciones, allí donde el lec-
tor atento y respetuoso discierne, con mayor penetración, la armonía
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fundamental.
“Presentada por diversas personalidades, la verdad aparece en
sus variados aspectos. Un escritor percibe con más fuerza cierta parte
del asunto; comprende los puntos que armonizan con su experiencia
o con sus facultades de percepción y apreciación; otro nota más
bien otros aspectos del mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección
del Espíritu Santo, presenta lo que ha quedado inculcado con más
fuerza en su propia mente. De aquí que encontremos en cada cual
un aspecto diferente de la verdad, pero perfecta armonía entre todos
ellos. Y las verdades así reveladas se unen en perfecto conjunto,
adecuado para satisfacer las necesidades de los hombres en todas las
circunstancias de la vida.
“Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo por medio de
instrumentos humanos, y él mismo, por su Santo Espíritu, habilitó a
hombres y los hizo capaces de realizar esta obra. Guió la inteligencia
de ellos en la elección de lo que debían decir y escribir. El tesoro
fue confiado a vasos de barro, pero no por eso deja de ser del cielo.