Examinaos a vosotros mismos
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recordando que Dios es el que obra en nosotros tanto el querer como
el hacer por su buena voluntad.
No nos conviene flotar con la corriente, guiados por la tradición
y por presuntuosos sofismas. Somos llamados colaboradores con
Dios. Levantémonos, pues, y brillemos. No hay tiempo que perder
en controversias. Los que tienen un conocimiento de la verdad como
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está en Jesús, deben ahora unificarse en corazón y propósito. Deben
eliminarse todas las diferencias. Los miembros de la iglesia deben
trabajar unidos bajo la dirección del que es la gran Cabeza de la
iglesia.
Los que tienen un conocimiento de la verdad, levántense y bri-
llen. “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como
trompeta”.
Isaías 58:1
. No mutiléis más la verdad. Clame el alma
por el Dios viviente. Dejaos del hombre cuyo aliento está en sus
narices. Si le abrís la puerta, el Consolador vendrá a vosotros. “Por
tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús
el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos
un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debili-
dades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro”.
Hebreos 4:14-16
.—
Manuscrito 51, 1901
.
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