Página 158 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Las esposas de los ministros
Vi las esposas de los ministros. Algunas de ellas no ayudan a sus
esposos, y sin embargo, profesan creer el mensaje del tercer ángel.
Prestan más atención a sus propios deseos y placer, que a descubrir
cómo pueden cumplir la voluntad de Dios o sostener las manos de sus
esposos por medio de sus oraciones fieles y su conducta cuidadosa.
Vi que algunas de ellas siguen una conducta tan obstinada y egoísta,
que Satanás las usa como instrumentos suyos, y se vale de ellas
para destruir la influencia y utilidad de sus esposos. Se quejan o
lamentan abiertamente si se ven sometidas a estrecheces. Se olvidan
de los sufrimientos de los antiguos cristianos por amor a la verdad,
y piensan que deben cumplir sus deseos y hacer su voluntad. Se
olvidan de los sufrimientos de Jesús, su Maestro. Olvidan al Varón
de dolores, experimentado en quebranto, que no tenía dónde reposar
la cabeza. No quieren recordar aquellas sienes santas, heridas por
una corona de espinas. Se olvidan de Aquel que, llevando su propia
cruz al Calvario, se desmayó bajo su peso. No sólo la carga de la cruz
de madera, sino también la pesada carga de los pecados del mundo,
pesaba sobre él. Se olvidan de los crueles clavos que atravesaron
sus tiernas manos y pies, y los clamores de su agonía: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” A pesar de todo este
sufrimiento que soportó por ellas, se sienten muy poco dispuestas a
sufrir por Cristo.
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Vi que estas personas se están engañando a sí mismas. No tienen
parte ni suerte en el asunto. Se han apoderado de la verdad; pero
la verdad no se ha apoderado de ellas.Cuando la verdad solemne
e importante se apodere de ellas, morirá el yo; entonces no dirán:
“Iré allí; no me quedaré aquí”; sino que preguntarán sinceramente:
“¿A dónde quiere Dios que esté? ¿Dónde puedo glorificarlo mejor, y
dónde pueden ser de mayor beneficio nuestras labores unidas?” Su
voluntad estará absorbida por la voluntad de Dios. La disposición
voluntariosa y la falta de consagración que manifiestan algunas
de las esposas de ministros, estorban el camino de los pecadores;
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