Página 237 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Se reprende la negligencia
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seguido las inclinaciones de su corazón corrompido, ha violado la
santa ley de Dios y ha acarreado oprobio sobre la causa de la verdad
presente. Si alguna vez se arrepiente sinceramente, la iglesia no debe
ocuparse de su caso. Si va al cielo debe hacerlo solo, sin la comunión
de la iglesia. El reproche de Dios y de la iglesia debe permanecer
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permanentemente sobre él, para que la norma de moralidad no sea
rebajada hasta el polvo. El Señor siente desagrado por su proceder
en estas cosas.
“Usted ha dañado la causa de Dios; su comportamiento obstinado
ha herido los corazones del pueblo de Dios. Su influencia estimula
una actitud de negligencia en la iglesia. Usted debiera escuchar el
testimonio vivo y directo. Apártese del camino de la obra de Dios y
no se interponga entre Dios y su pueblo. Usted ha descartado durante
mucho tiempo el testimonio definido y se ha opuesto a la severa
censura que Dios le envía para desaprobar sus males individuales.
Dios está corrigiendo, probando y purificando a su pueblo. Apártese
del camino para no poner estorbos a su obra. El no aceptará un
testimonio suave. Los ministros deben dar su advertencia en alta voz
y no callar. El Señor le ha dado un poderoso testimonio, calculado
para fortalecer a la iglesia y despertar a los incrédulos. Pero usted
debe corregir sus deficiencias, porque en caso contrario su testimonio
carecerá de poder y su influencia perjudicará a la causa de Dios. La
gente lo mira a usted como un ejemplo. No la engañe. Deje que su
influencia se ejerza para corregir los males que existen en su familia
y en la iglesia”.
Se me mostró que el Señor está reviviendo el testimonio vivo y
directo, que contribuirá a desarrollar el carácter y a purificar la igle-
sia. Pero mientras se nos ordena que nos separemos del mundo, no
es necesario que nos convirtamos en personas ásperas y ordinarias,
que nos rebajemos a un nivel de vulgaridad y presentemos nuestras
observaciones con rudeza. La verdad tiene el propósito de elevar
al que la recibe, de refinar su gusto y santificar su juicio. Debiera
efectuarse un esfuerzo constante para imitar al grupo con el que
esperamos unirnos pronto, es decir, los ángeles de Dios que nunca
han caído en pecado. El carácter debe ser santo, los modales deben
ser agradables y las palabras sin engaño, y así seguiremos avanzando
paso a paso hasta que estemos preparados para la traslación.