Página 253 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Un mayordomo deshonesto
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zado por falta de honradez. El ha considerado que era el mayordomo
del Señor, y que podía utilizar los recursos, aunque pertenecieran
a otra persona, en la forma como le pareciera adecuado. Cada uno
debe ser su propio mayordomo.
Ha rechazado el consejo de sus hermanos, ha andado con sus
propias fuerzas, ha obedecido a su propia voluntad y ha rechazado
todos los medios por los cuales podía ser corregido. Cuando ha sido
reprochado, no le ha agradado la forma como ha sido tratado y así
ha cerrado el camino hacia la reforma. El Señor no ha aceptado su
trabajo durante un cierto tiempo. Ha trabajado mucho más para su
propio interés que para el interés de la causa.
Cuando va por primera vez a un lugar, sus oraciones y exhorta-
ciones producen efecto, y los hermanos adquieren la idea de que él es
un cristiano perfecto. Lo favorecen porque lo consideran un ministro.
Pero cuando llegan a conocerlo más de cerca, quedan chasqueados
debido a su egoísmo, su mal genio, su dureza y su extravagancia.
Casi cada día se ve alguna rareza en él. Tiene la mente ocupada
casi constantemente en tramar algo para su propio beneficio. Luego
lo lleva a cabo a expensas de alguna otra persona y se beneficia
a sí mismo. Sus arreglos y sus planes han ejercido una influencia
deletérea y perjudicial sobre la causa de Dios. Su proceder está cal-
culado para destruir y ha producido daño casi en todas partes. ¡Qué
ejemplo para la grey! Ha sido muy egoísta en sus negocios y se ha
aprovechado de las personas con quienes ha tratado. Dios siente
desagrado de él. Un árbol bueno es conocido por sus frutos.
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