Página 256 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
para todos sus hijos. Su enseñanza será tal que se recomiende al
entendimiento de los espíritus inteligentes. Está calculada para elevar
la mente. El poder de Dios no se manifiesta en toda ocasión. La
necesidad del hombre es la oportunidad de Dios.
Se me mostró grupos de creyentes que se encontraban en con-
fusión, agitados por un mal espíritu, orando todos al mismo tiempo
en voz alta, algunos de ellos gritando una cosa y otros otra; a tal
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punto que resultaba imposible comprender lo que se decía. “Dios
no es Dios de confusión, sino de paz”.
1 Corintios 14:33
. Satanás
se introdujo y controló los asuntos según su agrado. Tanto la razón
como la salud se sacrificaron a este engaño.
Dios no requiere que su pueblo imite a los profetas de Baal, que
hieran sus cuerpos, griten y manifiesten actitudes extrañas, sin tener
consideración por el orden, hasta que les fallen las fuerzas y caigan
exhaustos. La religión no consiste en hacer ruidos; en cambio cuando
el corazón se encuentra lleno del Espíritu Santo, la persona glorifica
a Dios con alabanzas dulces y sinceras. Algunos han fingido tener
gran fe en Dios, y poseer dones especiales y respuestas particulares
a sus oraciones, aunque no tenían evidencia de ello. Confundieron
la presunción con la fe. La oración de fe nunca se pierde, pero es
presunción suponer que siempre será contestada en la forma misma
y para el objeto mismo que esperamos.
Cuando los siervos de Dios visitaron a _____ y a _____, desapa-
reció ese engaño. Se dio evidencia de que esta obra era falsa. Pero
el espíritu de fanatismo era rebelde y no quiso ceder a la luz que
entonces se dio. ¡Ojalá que los que se encontraban en error hubieran
sido corregidos por los siervos de Dios a quienes él les envió! Dios
quería que en esa oportunidad reconocieran que habían sido condu-
cidos por un espíritu equivocado. Entonces hubiera habido virtud
en la confesión de sus pecados. Entonces hubieran sido salvados de
continuar siguiendo los planes de Satanás, y no hubieran realizado
ningún progreso futuro en ese temible engaño. Pero no se dejaron
convencer. El hermano G tenía suficiente luz para oponerse a la obra
de fanatismo, pero no quiso decidirse a hacerlo frente al peso de la
evidencia. Su espíritu terco rehusó ceder a la luz que los siervos de
Dios le habían llevado, porque los había considerado con sospecha
y con ojos celosos.