Página 318 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
mente, Satanás está preparado, se insinúa y trabaja en todas partes. Y
mientras los que se dedican a estas ciencias las alaban decididamente
debido a las grandes y buenas obras que afirman haber llevado a
cabo mediante ellas, en realidad están halagando y glorificando a
Satanás mismo, quien se introduce y trabaja con todo poder, señales
y maravillas mentirosas y con todo engaño de injusticia. El ángel
dijo: “Notad su influencia. El conflicto entre Cristo y Satanás no ha
concluido todavía”. Esta entrada de Satanás mediante las ciencias ha
sido bien planeada por su majestad satánica, y en las mentes de miles
de personas terminará por destruir la verdadera fe en que Cristo es
el Mesías, el Hijo de Dios.
Mi atención fue dirigida al poder que Dios manifestó a través de
Moisés cuando lo envió a entrevistarse con Faraón. Satanás compren-
dió lo que debía hacer y estaba preparado. Sabía perfectamente que
Moisés había sido elegido por Dios para romper el yugo de la cauti-
vidad que afligía a los hijos de Israel, y que en su obra simbolizaba
la primera venida de Cristo para romper el poder de Satanás sobre
la familia humana y libertar a los que habían sido hechos cautivos
de su poder. Satanás sabía que cuando Cristo apareciera realizaría
obras y milagros admirables para que el mundo supiera que el Padre
lo había enviado. Tembló al pensar en el poder de Jesús. Consultó
con sus ángeles la forma de llevar a cabo una obra que cumpliera
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un doble propósito: (1) destruir la influencia de la obra que Dios
realizaría mediante su siervo Moisés, para lo cual obraría mediante
sus agentes satánicos, y en esa forma representaría falsamente la
verdadera obra de Dios; (2) ejercer influencia mediante su obra por
medio de los magos que existirían en todas las épocas para destruir
en las mentes de muchos la verdadera fe en los poderosos milagros y
obra que Cristo llevaría a cabo cuando viniera a este mundo. Satanás
sabía que su reino sufriría, porque el poder que ejercería sobre la
humanidad estaría sujeto a Cristo. No era la influencia humana o
el poder que Moisés poseía lo que produjo los milagros realizados
ante Faraón. Era el poder de Dios. Esas señales y maravillas fueron
realizadas mediante Moisés para convencer a Faraón de que el gran
“Yo Soy” lo había enviado para ordenarle a Faraón a que dejara en
libertad a Israel a fin de que éste sirviera a Dios.
Faraón llamó a los hechiceros para que obraran con sus encan-
tamientos. También ellos realizaron señales y maravillas, porque