Página 327 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Filosofías vanas y engañosas
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en grave peligro ahora. Se separan de Dios y del cuidado vigilante de
sus ángeles, y Satanás, siempre listo para destruir las almas, empieza
a presentarles sus engaños. Los tales corren el mayor peligro; y si
lo ven y tratan de resistir a las potestades de las tinieblas, no les
resultará fácil libertarse de la trampa de Satanás. Se han aventurado
en el terreno de Satanás, y él los declara suyos. No vacilará en
empeñar todas sus energías y llamar en su ayuda a toda su hueste
maligna para arrancar a un solo ser humano de las manos de Cristo.
Los que han tentado al diablo a que los tiente, tendrán que ha-
cer esfuerzos desesperados para librarse de su poder. Pero cuando
empiecen a trabajar, entonces los ángeles de Dios a quienes han
agraviado acudirán en su auxilio. Satanás y sus ángeles no están
dispuestos a perder su presa. Contienden y pelean con los santos án-
geles, y el conflicto es intenso. Pero si los que han errado continúan
orando y con profunda humildad confiesan sus yerros, los ángeles
que son poderosos en fortaleza prevalecerán y los arrebatarán del
poder de los ángeles malos.
Al levantarse el telón y mostrárseme la corrupción de esta época,
mi corazón se condolió y mi espíritu casi desmayó dentro de mí.
Vi que los habitantes de la tierra estaban llenando la copa de su
iniquidad. La ira de Dios está encendida, y no se apagará hasta que
los pecadores estén destruidos sobre la tierra. Satanás es el enemigo
personal de Cristo. Es el que origina y encabeza toda especie de
rebelión en el cielo y en la tierra. Su ira aumenta; nosotros no nos
damos cuenta de su poder.
Si nuestros ojos fuesen abiertos y pudiéramos discernir la obra
que efectúan los ángeles caídos con aquellos que se sienten tranqui-
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los y seguros, no nos sentiríamos tan seguros. Los malos ángeles
nos siguen en todo momento. Es lógico que los hombres malos
estén dispuestos a obrar como les sugiere Satanás; pero mientras
que nuestra mente no está en guardia contra sus agentes invisibles,
ellos asumen nuevas posiciones y obran maravillas y milagros ante
nuestros ojos. ¿Estamos preparados para resistirles por la Palabra de
Dios, la única arma que podemos usar con éxito?
Algunos estarán tentados a recibir prodigios como provenien-
tes de Dios. Habrá enfermos que sanarán delante de nosotros. Se
realizarán milagros ante nuestra vista. ¿Estamos preparados para la
prueba que nos aguarda cuando se manifiesten más plenamente los