Página 377 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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El futuro
En ocasión de la transfiguración, Jesús fue glorificado por su
Padre. Le oímos decir: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y
Dios es glorificado en él”.
Juan 13:31
. Así, antes de su entrega y
crucifixión, fue fortalecido para sus últimos terribles sufrimientos.
Al acercarse los miembros del cuerpo de Cristo al período de su
último conflicto, al “tiempo de angustia de Jacob”, crecerán en Cristo
y participarán en amplia medida de su Espíritu. Al crecer el tercer
mensaje hasta ser un fuerte pregón, cuando acompañe a la obra final
gran poder y gloria, los hijos de Dios participarán de aquella gloria.
La lluvia tardía será lo que los fortalecerá y reavivará para atravesar
el tiempo de angustia. Sus rostros resplandecerán con la gloria de
aquella luz que acompaña al tercer ángel.
Vi que Dios preservará de manera maravillosa a su pueblo du-
rante el tiempo de angustia. Así como Jesús oró con toda la agonía
de su alma en el huerto, ellos clamarán con fervor y agonía día y
noche para obtener liberación. Se proclamará el decreto de que de-
ben despreciar el sábado del cuarto mandamiento, y honrar el primer
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día, o perder la vida. Pero ellos no cederán, ni pisotearán el sábado
del Señor para honrar una institución del papado. Los rodearán las
huestes de Satanás y los hombres perversos, para alegrarse de su
suerte, porque no parecerá haber para ellos medio de escapar. Pero
en medio de las orgías y el triunfo de aquéllos, se oirá el estruendo
ensordecedor del trueno más formidable. Los cielos se habrán en-
negrecido, y estarán iluminados únicamente por la deslumbrante y
terrible gloria del cielo, cuando Dios deje oír su voz desde su santa
morada.
Los cimientos de la tierra temblarán; los edificios vacilarán y
caerán con espantoso fragor. El mar hervirá como una olla, y toda
la tierra será terriblemente conmovida. El cautiverio de los justos
se cambiará, y con suave y solemne susurro se dirán unos a otros:
“Somos librados; es la voz de Dios”. Con solemne asombro escu-
charán las palabras de la voz. Los malos oirán, pero no entenderán
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