Página 516 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Mensaje para los jóvenes
Los jóvenes observadores del sábado se encuentran entregados a
la búsqueda del placer. Vi que no hay uno en veinte que conozca el
significado de la religión experimental. Anhelan continuamente lo
que satisfaga su deseo de cambio y diversión. A menos que salgan
de su engaño y se despierte su sensibilidad de modo que puedan
decir: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (
Filipenses 3:8
), no son
dignos de él ni alcanzarán la vida eterna. Los jóvenes en general se
encuentran atrapados en un engaño terrible, y sin embargo pretenden
ser piadosos. Sus vidas sin consagración constituyen un reproche
para el nombre de cristiano, y su ejemplo es una trampa para otros.
Ponen obstáculos a los pecadores, porque casi en todo sentido no
son mejores que los incrédulos. Tienen la Palabra de Dios, pero no
prestan atención a sus advertencias, reproches, amonestaciones y
correcciones; ni tampoco a las palabras de ánimo ni a las promesas
hechas para los que son obedientes y fieles. Todas las promesas de
Dios dependen de la obediencia con humildad. Se ha dado un solo
Modelo a los jóvenes; pero ¿cómo se comparan sus vidas con la vida
de Cristo? Me siento alarmada cuando contemplo en todas partes la
frivolidad de jóvenes y señoritas que pretenden creer en la verdad.
Causan la impresión de no tener a Dios en sus pensamientos. Tienen
la mente llena de necedad. Su conversación es sólo vacía plática.
Sienten gran afición por la música, y Satanás sabe qué órganos
estimular para incitar, monopolizar y cautivar la mente para que
no sientan la necesidad de Cristo. El anhelo espiritual del alma
que busca el conocimiento divino y el crecimiento en la gracia es
inexistente.
Se me mostró que los jóvenes deben situarse en un plano más ele-
vado y convertir la Palabra de Dios en su consejera y guía. Descansan
sobre los jóvenes responsabilidades solemnes que ellos consideran
con liviandad. La música que escuchan en sus hogares en vez de in-
ducirlos a la santidad y la espiritualidad, ha sido el medio de apartar
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