Página 590 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Introducción
Una vez más siento que es mi deber hablar al pueblo de Dios
con mucha franqueza. Me es humillante señalar los errores y la
rebeldía de aquellos que han estado relacionados por tanto tiempo
con nosotros y nuestra obra. Lo hago para corregir declaraciones
equivocadas que han trascendido al exterior concerniente a mi esposo
y a mí misma, y como advertencia para otros; declaraciones que han
tenido la intención de causar daño a la obra. Si el sufrimiento fuera
solamente para mi esposo y para mí, guardaría silencio; pero cuando
la causa está en peligro de reproche y sufrimiento, es mi deber hablar,
auque sea humillante. Hay hipócritas y orgullosos que se ensalzarán
por sobre nuestros hermanos porque son suficientemente humildes
para confesar sus pecados. Dios ama a su pueblo que guarda sus
mandamientos, y los reprende, no porque son los peores, sino porque
son el mejor pueblo en el mundo. “Porque a los que amo”, dice Jesús,
“reprendo y castigo”.
Deseo llamar especialmente la atención de mis lectores a los
notables sueños registrados en esta obrita, todos ilustrando lo mismo
en forma clara y armoniosa. Multitud de sueños surgen de las cosas
comunes de la vida, con las cuales el Espíritu de Dios no tiene
nada que ver. Hay también sueños falsos así como visiones falsas,
inspirados por el espíritu de Satanás. Pero los sueños provenientes
del Señor están categorizados en la palabra de Dios con las visiones
y son tan ciertamente frutos del espíritu de profecía como lo son
las visiones. Tales sueños, tomando en cuenta las personas que los
tienen y las circunstancias bajo las cuales son dados, contienen
sus propias pruebas de autenticidad. Que las bendiciones de Dios
acompañen a esta obrita.
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