Página 647 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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No seáis engañados
Es la obra de Satanás engañar al pueblo de Dios y guiarlo fuera
del camino correcto. No deja ningún medio sin probar; se les dejará
caer cuando estén más desprevenidos; de aquí la importancia de
fortificar cada punto. La iglesia de Battle Creek no planeó volverse
contra nosotros; es una iglesia tan buena como la que más. Pero
hay mucho que ganar o perder en Battle Creek, y Satanás empleará
contra ellos toda su artillería, si con eso puede estorbar la obra. Sim-
patizamos profundamente con esta iglesia en su condición presente
de humillación, y queremos decir: Que en ningún corazón surja un
espíritu de triunfo. Dios sanará todos los males de este querido pue-
blo, y hará de ellos una poderosa defensa para la verdad, si caminan
en humildad y guardan cada punto contra los ataques de Satanás.
Esta gente se halla continuamente bajo el fuego del enemigo. Es
probable que ninguna otra iglesia lo resistiera tan bien. Por lo tanto,
mirad con ojos compasivos a vuestros hermanos de Battle Creek y
orad que Dios les ayude a guardar el fuerte.
Cuando mi esposo se hallaba inactivo y por su causa yo de-
bía permanecer en casa, Satanás estaba complacido, y no apremió
a nadie para que echara sobre nosotros pruebas como las que se
mencionan en las páginas anteriores. Pero cuando salimos, el 19 de
diciembre de 1866, vio que había la posibilidad de que hiciéramos
algo en la causa de Cristo que dañaría su causa, haciendo que se ex-
pusieran algunos de los engaños que dirigía contra el rebaño de Dios.
Por lo tanto, sintió la necesidad de hacer algo por estorbarnos. Y no
había mejor forma de lograr esto que hacer que nuestros antiguos
amigos de Battle Creek nos retiraran su simpatía y echaran pesadas
cargas sobre nosotros. Aprovechó cada circunstancia desfavorable,
impulsando las cosas con el poder de una locomotora.
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Gracias a Dios, el enemigo no nos detuvo ni nos aplastó com-
pletamente. Por la gracia de Dios todavía estamos vivos, y el Señor,
lleno de misericordia, ha vuelto a bendecir a su pueblo errante, pe-
ro ahora arrepentido, habiendo confesado sus pecados. Hermanos,
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