Página 254 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
que sentí entonces. Caí sobre mi rostro delante de él, pero no pude
pronunciar una sola palabra. ¡Oh, cuánto anhelaba estar amparada
y oculta de ese ceño terrible! Entonces pude comprender, en cierto
grado, cuáles serán los sentimientos de los perdidos cuando clamen
a los montes y a las peñas: “Caed sobre nosotros y escondednos
de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del
Cordero.”
Apocalipsis 6:16
.
Pronto un ángel me ordenó que me levantara, y difícilmente
puede describirse la escena que vieron mis ojos. Delante de mí había
una compañía cuyos cabellos y ropas estaban desgarrados, y cuyos
rostros eran el mismo retrato de la desesperación y el horror. Se
acercaron a mí y restregaron sus ropas contra las mías. Al mirar mis
vestidos, vi que estaban manchados de sangre. Volví a caer como
muerta a los pies de mi ángel acompañante. No podía presentar una
sola excusa y anhelaba estar lejos de ese lugar santo. El ángel me
alzó y dijo: “Este no es tu caso ahora, pero esta escena ha pasado
delante de ti para hacerte saber cuál será tu situación si descuidas el
declarar a otros lo que el Señor te ha revelado.” Con esta solemne
amonestación presente, salí a decir a la gente las palabras de reproche
e instrucción que Dios me diera.
Los mensajes que me eran dados para diferentes personas los
escribía frecuentemente para ellas, haciéndolo en muchos casos en
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respuesta a su urgente pedido. A medida que mi obra se extendía,
esto llegó a ser una parte importante y pesada de mis labores. Antes
de la publicación del
Testimonio 15 (1868)
, me habían enviado mu-
chos pedidos de testimonios aquellos a quienes había aconsejado o
reprendido; pero me hallaba en un estado de gran agotamiento, por
causa de mis pesados trabajos, y rehuía la tarea, especialmente cuan-
do sabía que algunas de esas personas eran muy indignas, y había
muy poca esperanza de que las amonestaciones dadas produjesen
cambio decidido alguno en ellas. En ese tiempo fuí muy alentada
por el siguiente sueño:
Una persona me trajo una pieza de tela blanca, y me pidió que
cortase de ella vestidos para personas de todos los tamaños y de
todas las descripciones de carácter y circunstancias de la vida. Se me
dijo que los cortase y los colgase de modo que estuviesen listos para
ser hechos cuando los pidiesen. Tenía la impresión de que muchas de
aquellas personas para quienes debía cortar vestiduras eran indignas.