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Joyas de los Testimonios 2
por medio de los
Testimonios
sobre vuestra senda, hasta que hagáis
uso práctico de la luz que ha sido dada ya. El Señor os ha rodeado
de luz; pero no la habéis apreciado; la habéis pisoteado. Mientras
algunos han despreciado la luz, otros la han descuidado; o la han
seguido con indiferencia. Unos pocos han dedicado su corazón a
obedecer la luz que al Señor le agradó darles.
Algunos que recibieron amonestaciones especiales por medio de
los
Testimonios
olvidaron en pocas semanas el reproche dado. Los
testimonios dados a algunos han sido repetidos varias veces, pero no
los consideraron bastante importantes para escucharlos cuidadosa-
mente. Fueron para ellos fábulas ociosas. Si hubiesen considerado la
luz dada, habrían evitado pérdidas y pruebas que consideran duras y
severas. Ellos son los únicos a quienes deben censurar. Han puesto
sobre su cuello un yugo que encuentran gravoso. No es el yugo que
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Cristo ha puesto sobre ellos. El cuidado y el amor de Dios se ejer-
cieron en su favor; pero sus almas egoístas, perversas e incrédulas
no pudieron discernir su bondad y misericordia. Se apresuran con-
fiando en su propia sabiduría hasta que son abrumados de pruebas y
confundidos por la perplejidad, y quedan entrampados por Satanás.
Cuando recojáis los rayos de luz que Dios os ha dado en lo pasado,
entonces habrá un aumento de luz.
Los remití a los hijos de Israel. Dios les había dado su ley; pero
el pueblo no quiso obedecerla. Luego les dió ceremonias y ritos, para
que por su cumplimiento, pudiesen recordar a Dios. Pero propendían
de tal manera a olvidarle a él y sus derechos sobre ellos, que era
necesario mantener sus mentes agitadas para que comprendiesen sus
obligaciones de obedecer y honrar a su Creador. Si hubiesen sido
obedientes y se hubiesen deleitado en guardar los mandamientos de
Dios, no se habría requerido la multitud de ceremonias y ritos.
Si el pueblo que profesa ser ahora el tesoro peculiar de Dios
obedeciese sus requerimientos, según se especifican en su Palabra, no
habrían sido dados testimonios especiales para despertarlos acerca de
su deber y hacerles sentir su estado pecaminoso y el terrible peligro
que corren al no obedecer la Palabra de Dios. Las conciencias han
sido embotadas, porque la luz ha sido puesta a un lado, descuidada
y despreciada.
Uno se puso a mi lado, y dijo: “Dios te suscitó y te dió palabras
destinadas al pueblo y a alcanzar los corazones, como no se dieron