El bautismo
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al pecado, que es la transgresión de la ley, su vida será puesta en
conformidad con la ley, en perfecta obediencia. Esta es la obra del
Espíritu Santo. La luz de la Palabra estudiada cuidadosamente, la voz
de la conciencia, las súplicas del Espíritu, producen en el corazón
verdadero amor a Cristo, quien se dió como sacrificio completo para
redimir toda la persona: el cuerpo, el alma, y el espíritu. Y el amor
se manifiesta por la obediencia. La línea de demarcación será clara
entre los que aman a Dios y guardan sus mandamientos, y aquellos
que no le aman y desprecian sus preceptos.
Los hombres y mujeres que sean fieles cristianos sentirán un
interés intenso por impartir al alma convencida un correcto cono-
cimiento de la justicia en Cristo Jesús. Si algunos han permitido
que el deseo de satisfacción egoísta lo domine todo en su vida, los
creyentes fieles deben velar por estas almas como quienes tienen que
dar cuenta. No deben descuidar la instrucción fiel, tierna y amante
tan esencial para los jóvenes conversos, a fin de que no haya obra
hecha a medias. La primera experiencia debe ser correcta.
Satanás quiere que nadie vea la necesidad de una completa en-
trega a Dios. Cuando el alma no hace esta entrega, no abandona
el pecado; los apetitos y pasiones luchan por el predominio; las
tentaciones confunden la conciencia, de manera que la verdadera
conversión no se realiza. Si todos tuviesen un concepto del conflicto
que cada alma debe sostener con los agentes satánicos que están
tratando de entrampar, seducir y engañar, habría una labor diligente
mucho mayor en favor de los que son jóvenes en la fe.
Con frecuencia, esas almas, abandonadas a sí mismas, son ten-
tadas y no disciernen lo malo de la tentación. Hágaseles sentir que
es su privilegio solicitar consejos. Déjeseles buscar la sociedad de
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aquellos que pueden ayudarles. Tratando con aquellos que aman y
temen a Dios, recibirán fuerza.
Nuestra conversación con estas almas debe ser de un carácter
espiritual y animador. El Señor nota los conflictos de todos los seres
débiles que dudan y luchan, y ayudará a todos los que le invocan.
Verán el cielo abierto delante de sí, y los ángeles de Dios que bajan y
suben por la escalera resplandeciente por la cual ellos están tratando
de subir.