Página 360 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
examinarse cabalmente la experiencia de los candidatos. Hágase
este examen, no de una manera fría y manteniendo distancias, sino
bondadosa y tiernamente, señalando a los nuevos conversos el Cor-
dero de Dios que quita el pecado del mundo. Háganse sentir a los
candidatos para el bautismo los requerimientos del Evangelio.
Uno de los puntos acerca de los cuales los recién convertidos a
la fe necesitarán instrucción, es el asunto de la indumentaria. Obrese
fielmente con los nuevos conversos. ¿Son vanidosos en el atavío?
¿Albergan orgullo en su corazón? La idolatría del atavío es una
enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la
mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio
exigirá un cambio decidido en la manera de vestir.
No debe haber negligencia al respecto. Por amor a Cristo, cuyos
testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra
apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle
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concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de
él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a
la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las
instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran
simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe
ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de
él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el
aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el
hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de
conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona
con atavíos costosos o adornos caros.
Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben ser
consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que el
Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo. Todos
los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las
preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo
de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio.
Todos los que estudian la vida de Cristo y practican sus ense-
ñanzas, vendrán a ser como Cristo. Su influencia será como la de él.
Revelarán sanidad de carácter. Mientras andan en la humilde senda
de la obediencia, haciendo la voluntad de Dios, ejercen una influen-
cia que se hace sentir en favor del progreso de la causa de Dios y la
sana pureza de su obra. En estas almas cabalmente convertidas, el