Página 447 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La obra del médico en favor de las almas
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sala de operaciones; y su poder, para gloria de su nombre, realiza
grandes cosas.
El médico puede hacer una noble obra si está relacionado con el
gran Médico. Puede hallar oportunidad de decir palabras de vida a
los parientes del enfermo, cuyos corazones están llenos de simpatía
por el doliente; y puede enternecer y elevar la mente del doliente
para inducirle a mirar al que puede salvar hasta lo sumo a todos los
que se allegan a él en busca de salvación.
Los ángeles impresionarán las mentes
Cuando el Espíritu de Dios obra sobre la mente del afligido y le
induce a indagar la verdad, trabaje el médico por el alma preciosa
como trabajaría Cristo. No trate de insistir ante él acerca de nin-
guna doctrina especial, sino señálele a Jesús como el Salvador que
perdona el pecado. Los ángeles de Dios impresionarán la mente.
Algunos se niegan a ser iluminados por la luz que Dios quisiera
dejar resplandecer en las cámaras del espíritu y en el templo del
alma; pero muchos responderán a la luz, y en esas mentes quedarán
disipados el engaño y el error en sus diversas formas.
Debe aprovecharse cuidadosamente toda oportunidad de trabajar
como Cristo trabajó. El médico debe hablar de la ternura y del amor
de Cristo y de las obras de sanidad que realizó. Debe creer que Jesús
es su compañero y que está a su lado. “Porque nosotros, coadjutores
somos de Dios.”
1 Corintios 3:9
. Nunca debe el médico descuidar la
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oportunidad de dirigir la mente de sus pacientes a Cristo, el Médico
supremo. Si el Salvador mora en su corazón, sus pensamientos
serán siempre encauzados hacia el Sanador del alma y el cuerpo.
Conducirá la mente de sus pacientes a Aquel que puede curarlos, al
que, mientras estaba en la tierra, devolvía la salud a los enfermos y
sanaba el alma tanto como el cuerpo, diciendo: “Hijo, tus pecados
te son perdonados.”
Marcos 2:5
.
Nunca debe dejar el médico que la familiaridad con el dolor
le haga descuidado o carente de simpatía. En caso de enfermedad
grave, el paciente siente que está a la merced del médico. Mira al
médico como su única esperanza terrenal, y éste debe conducir al
alma temblorosa hacia Aquel que le supera, a saber el Hijo de Dios,
que dió su vida para salvarle de la muerte, que se compadece del