El colportor es obrero evangélico
495
Con tacto, han de ganar almas
Necesitamos comprender la importancia del colportaje como
gran medio de hallar a los que están en peligro, y de llevarlos a
Cristo. Nunca debe prohibirse a los colportores que hablen del
amor de Cristo, que relaten lo que han experimentado al servir a su
Maestro. Deben quedar libres para hablar u orar por los que se han
despertado. La sencilla historia del amor de Cristo hacia el hombre
les abrirá las puertas, aun en las casas de los incrédulos.
Mientras el colportor visita a la gente en sus hogares, tendrá a
menudo oportunidad de leerles pasajes de la Biblia o de los libros que
enseñan la verdad. Cuando descubre personas que están buscando
la verdad, puede celebrar estudios bíblicos con ellas. Estos estudios
bíblicos son precisamente lo que la gente necesita. Dios empleará
en su servicio a aquellos que manifiesten así profundo interés en las
almas que perecen. Por su intermedio impartirá luz a aquellos que
están dispuestos a recibir instrucción.
Algunos de los que trabajan en el colportaje tienen un celo que
no está de acuerdo con el conocimiento. Debido a su falta de sabidu-
ría, debido a que han estado tan inclinados a actuar como ministros
y teólogos, ha sido casi necesario imponer restricciones a nuestros
colportores. Cuando la voz del Señor pregunta: “¿A quién enviaré, y
[544]
quién nos irá?” el Espíritu divino induce a los corazones a responder:
“Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 6:8
. Pero recordemos que prime-
ro debe tocar nuestros labios el carbón vivo del altar. Entonces, las
palabras que hablemos serán sabias y santas. Entonces tendremos
prudencia para saber lo que debe decirse y lo que debe callarse. No
procuraremos revelar nuestra capacidad como teólogos. Tendremos
cuidado de no despertar un espíritu combativo ni excitar los pre-
juicios al introducir puntos de doctrina controvertidos. Hallaremos
bastante que decir que no excite oposición, cosas que abrirán el
corazón para que desee un conocimiento más profundo de la Palabra
de Dios.
El Señor desea que ganéis almas; por lo tanto, aunque no debéis
imponer a la gente el estudio de las doctrinas, debéis estar “siempre
aparejados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno
que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.”
1 Pedro
3:15
. ¿Qué habéis de temer? Temed que vuestras palabras tengan un