El sello de Dios
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salvarían “hijo ni hija,” pues cada uno habrá de librar su alma por su
propia justicia.
Nadie necesita decir que su caso es desesperado, que no puede
vivir como cristiano. Con la muerte de Cristo ha sido hecha amplia
provisión para toda alma. Jesús es nuestro auxilio constante en
tiempo de necesidad. Invoquémosle con fe, que él prometió oír y
contestar nuestras peticiones.
¡Ojalá que tengamos fe viva y activa! La necesitamos; debemos
tenerla, o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba. Las
tinieblas que descansarán entonces sobre nuestra senda, no deben
desalentarnos ni desesperarnos. Son el velo con que Dios cubre
su gloria cuando viene a impartir ricas bendiciones. Por nuestra
experiencia pasada, debemos saber esto. En aquel día en que Dios
tenga controversia con su pueblo, esta experiencia será una fuente
de consuelo y esperanza. Ahora es cuando debemos guardarnos a
nosotros mismos y a nuestros hijos sin contaminación del mundo.
Ahora es cuando debemos lavar el manto de nuestro carácter y em-
blanquecerlo en la sangre del Cordero. Ahora es cuando debemos
vencer el orgullo, la pasión y la pereza espiritual. Ahora es cuando
debemos despertarnos y hacer un esfuerzo resuelto para lograr si-
metría de carácter. “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros
corazones.”
Hebreos 3:7, 8, 15
. Estamos en una situación muy pe-
nosa, aguardando y velando por la aparición de nuestro Señor. El
mundo está en tinieblas. “Mas vosotros, hermanos—dice Pablo—no
estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón.”
1
Tesalonicenses 5:4
. El propósito de Dios consiste siempre en sacar
luz de las tinieblas, gozo del pesar, y descanso del cansancio para el
alma que aguarda anhelante.
¿Qué estáis haciendo, hermanos, en la gran obra de preparación?
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Los que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para
la marca de la bestia. Los que desconfían de sí mismos, se humillan
delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son
los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de
Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el
sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad.
Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será nun-
ca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros.
Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y